Valencia abrió por Fallas

En el momento de escribir este artículo, Valencia registra la incidencia acumulada por Covid más baja de España. Sus 34’7 casos por 100.000 habitantes sitúan a la Comunidad Valenciana en zona de riesgo bajo de contagios. Es indudable que la pandemia no está controlada y lamentablemente los indicadores acabarán volviendo a subir, pero, contando con la responsabilidad de la ciudadanía, en la actualidad podrían suavizarse ciertas restricciones que propiciaran el regreso de algunos espectáculos, caso de los toros, que se celebran al aire libre y permiten un distanciamiento entre espectadores más que prudente.

El año pasado se organizaron en España 75 festejos mayores después de la declaración del Estado de Alarma en los que se respetaron todas las normas impuestas por las autoridades sanitarias con el gratificante resultado de que no se produjo ni un solo brote, lo que demuestra la seguridad de las plazas ante el coronavirus. Sin embargo, en gran parte del Estado no hay ni la mínima noticia sobre la intención de autorizar ya las funciones taurinas. La Generalitat Valenciana anunció hace algún tiempo su predisposición a consentir la reapertura de los cosos de su territorio ocupándose el 50% del aforo, pero a día de hoy no existe pronunciamiento firme al respecto. 

Pasada ya la festividad de San José sin que pudiera anunciarse algún festejo que conmemorara la Feria de Fallas, en la actualidad la más señera de Valencia, la empresa ha dejado entrever la posibilidad de programar las tradicionales corridas de Julio, incluso alguna más en mayo, alrededor de la Virgen de los Desamparados, patrona de la ciudad. En tal fecha venía anunciándose últimamente una novillada, pero no hace tantos años se acartelaban los mejores matadores de la época que, ataviados a la antigua usanza valenciana, ofrecían un espectáculo singular y brillante. No parece mala idea intentar recuperar ahora aquellas funciones. El deseo de la afición por volver a los toros seguro que favorecería su éxito.

Intenciones aparte, la cruda realidad es que no hay nada seguro y todo puede quedar en simple humo que sigue evaporándose. Otro año en blanco sería fatal para el sector profesional y también para el mantenimiento de la clientela y la cimentación de nuevas aficiones. Por eso es tan importante mantener viva la llama del toreo. ¿Cómo? Adaptándose a las posibilidades actuales. Una de ellas la ha puesto en práctica la Diputación Provincial de Valencia que, durante las fechas en las que, otros años, la ciudad se convertía en capital mundial de la tauromaquia, abrió su plaza para mostrar cuatro magníficas exposiciones.

Una de ellas, titulada “El toro sin barreras”, llevaba la firma del prestigioso fotógrafo Arjona, en la que se mostraba la vida del animal bravo en el campo. Otra de las muestras, “1950, el boom de las novilladas”, volvía la mirada a una época dorada para el escalafón novilleril, poniendo el foco en la irrupción en Valencia de dos genios que pasarían a la historia del toreo, Julio Aparicio y Miguel Báez “Litri”, todo de la mano del célebre retratista Finezas.

La conmemoración del centenario del nacimiento del cineasta valenciano Luis García Berlanga también tuvo cabida en el conjunto que se pudo contemplar en el ruedo del coso de Monleón. “El año Berlanga” recogía imágenes de algunas películas del director y aficionado relacionadas con la tauromaquia, en las que mostró al toro como nexo de unión entre los españoles. Y no podía faltar el homenaje a un modo de entender la tauromaquia tan arraigado en tierras valencianas como los bous al carrer. La exposición “Pasión en las calles” dio a conocer un poco más cómo los habitantes de centenares de localidades viven esta tradición tan emocionante.  

Loable iniciativa. En estos momentos bueno es repasar la historia taurina a través de actos, conferencias, tertulias y exposiciones como las que mostró la Diputación de Valencia. Ahora sólo cabe esperar que la situación sanitaria permita la apertura de las plazas para la celebración de toros en vivo y en directo.