RICARDO DÍAZ-MANRESA

Toreros pesadísimos en corridas interminables

viernes, 24 de marzo de 2023 · 13:13

Llevo rechazando varios años las corridas de dos horas y media o más, que muchas veces son sencillamente corridas coñazo. La duración normal durante mucho tiempo era de dos horas, lo justo para seguir el espectáculo en plazas, además, incómodas. Pero no. La nueva moda -ojo, peligrosa- se ha asentado y es el pan nuestro de cada día y… de muchas tardes.

Enrique Ponce hacía faenas muy largas y por eso haya sido el torero que quizá tenga más avisos en su haber, pero con la diferencia que iba mejorando según transcurría el tiempo y el final era lo mejor.

Pero ahora ocurre lo siguiente: el espectáculo es cada vez más lento. Lentitud en salir los picadores y en irse. Lo mismo los banderilleros. Y llegamos a la muleta, donde el tiempo se eterniza tantas veces…

Si el toro es bueno, tanta, tanda y más tandas de muletazos –hay más derechazos que otra cosa- hasta agotarlo y supongo que pensarán aprovecharlo al máximo y, si no, lucirse al menos lo que puedan.

Esto en los que torean a menudo. En los que no, insisten hasta el agotamiento intentando que surja el milagro y el toro cambie y puedan lucirse algo. Y nos ofrecen las faenas coñazo.

Y menos mal si tienen arte porque en la mayoría de los casos son derechazos y más derechazos, sin gracia ni clase. Y algún natural, pero aburren.

Y en los más modestos, ni les cuento ya que deben –piensan- “aprovechar” el tiempo porque no disponen de oportunidades.

Cuánto torero pesadísimo.

Con alternativa o sin ella. Porque también los novilleros hacen exactamente lo mismo imitando a los de arriba.

Sí, los con picadores.

Y parece increíble, pero también los sin picadores. Increíble porque debería ser lógicamente más corto el espectáculo al no haber suerte de varas, pero nada, lo mismo. Como principiantes, creen que su obligación es estar con la muleta todos los minutos posibles, insistiendo hasta el agotamiento del novillo y… del público. Hay otro resultado negativo de las faenas interminables. Matar es más difícil porque el animal va aprendiendo y sobrevienen los avisos.

Hubo una época del toreo que fue la edad de oro. De seguir así, ésta podría ser “la de los avisos”. Cuántos, Dios mío, cuántos.

Y lo peor de todo es que el espectáculo es más aburrido cada vez y esto cala en los espectadores. Porque los toreros torean más, si cabe más perfecto pero aburriditos y pesaditos, y casi todos son iguales.

Desde que aparecen los de las escuelas, todos vestidos perfectos, y todos toreando casi como si fueran veteranos, muchos parecen iguales y dicen poco salvo que se muestran como maestros en aburrir.

O decimos adiós a las corridas de más de dos horas y media o de casi tres o lo pagaremos en el futuro.

No rotundo a los toreros pesadísimos en corridas interminables.

No a la edad del toreo “de los avisos”.

No a esta situación.