VIENTO DE LEVANTE
Picó (y pala)
Hace unos días cumplió 91 años y sigue en el tajo, trabajando a diario como si estuviera ahora empezando una carrera que, en el aspecto periodístico, comenzó 65 años atrás. Ejemplo perfecto para tantos que hoy especulan con el esfuerzo y buscan sólo el pelotazo que les libere de la actividad más honrosa del hombre: el trabajo. Francisco Picó sigue cada día dándole a la pluma. Y a la pala.
Hablar de Paco Picó, del señor Picó, es hacerlo de alguien excepcional. Y no solamente por haber llegado a una edad impensable para el común de los mortales, 91 mayos no los cuenta cualquiera, y hacerlo con una mente perfectamente despierta y ágil, en plena posesión de su intelecto.
Pero no es algo meramente genético ni por una constitución física privilegiada -desde que le conozco no tengo constancia ni noticia de que se haya cuidado en ese aspecto ni, mucho menos, haya hecho ningún tipo de ejercicio para mantenerse en forma-. Yo creo que es así, también, por su constante afán de aprender y de su interés por cualquier tema que le genere curiosidad.?Y tampoco he sabido de nada que no le haya interesado.
Hablar de Picó, del señor Picó, es hacerlo de seriedad, formalidad, compromiso, esfuerzo... profesionalidad, en suma y en una palabra. Traspasado del mundo de la banca al periodismo, supo mantener en esta otra especialidad una disciplina espartana en la que no hay lugar para la pereza, el desánimo o la inconsecuencia, siguiendo con su hábito y rutina laboral como si estuviese ahora comenzando.
Lector impenitente, no hay materia que le sea ajena y, como buen periodista, de todo tiene noción y amplios conocimientos.
Además, y esto le da a su personalidad un atractivo añadido, pese a su aspecto severo y circunspecto, tiene un extraordinario sentido del humor, siendo fuente inagotable de anécdotas y sucedidos que sabe narrar como nadie. Me equivoco, como alguien excepcional, naturalmente. Recuerden que hablo del señor Picó.
Descendiente de una familia, de modestísimos agricultores, Francisco Picó Grau nació en la alicantina ciudad de Callosa de Ensarriá, el día 22 de mayo de 1932, día de la Santísima Trinidad, ya que su padre, tras ejercer como maestro de escuela en algunos pueblos de la provincia de Alicante, aprobó la oposición al Cuerpo de Correos y Telégrafos y fue destinado a la oficina de Correos de Callosa con la categoría de oficial técnico.
Y debido a la profesión paterna su familia se trasladó a Valencia siendo él bien pequeño. Y en la ciudad del Turia descubrió su afición por los toros. Tiene un recuerdo muy vago de una corrida de toros celebrada en Valencia, a finales de agosto de 1936, acompañado de su padre, en la que actuaba Domingo Ortega. Una corrida organizada a beneficio de las Milicias Antifascistas y en la que al finalizar el festejo se celebró un mitin republicano en el que intervinieron varios oradores. En el ruedo se lidiaron reses de Juan Cobaleda y Atanasio Fernández, y, además de Ortega, actuaron Manolo Martínez, Amador Ruiz Toledo y Rafael Ponce “Rafaelillo”. Los cuatro espadas salieron a hombros tras cortar cada uno dos orejas y un rabo.
Volvió al coso de Monleón para presenciar la corrida en la que se despedía de la misma Marcial Lalanda, el 31 de julio de 1942, con el que actuaron Pepe Luis Vázquez y Rafael Ortega “Gallito”. Desde entonces pocas han sido las corridas celebradas en esta plaza que se haya perdido. Baste decir que el día de su boda, el 26 de julio de 1969, tras la ceremonia, él y su flamante esposa se fueron a los toros.
Bancario desde la base -empezó como botones y se jubiló como director de sucursal-, su labor periodística arranca en 1958, al hacerse cargo de la corresponsalía taurina del diario ABC. Luego pasó a Nuevo Diario, Agencia EFE, volvió a ABC, estuvo en Antena 3 Radio, La Razón y, desde 1993 hasta la fecha, en Avance Taurino, donde es pilar fundamental.
Al margen de los toros y su familia, su otra pasión es el mundo militar, habiendo conseguido ser distinguido con la Medalla al Merito Militar por sus reportajes acerca del mismo.
Unas semanas atrás la prensa taurina valenciana le rindió un homenaje y en el mismo volvió a hacer gala de su prodigiosa memoria y su afición al trabajo, anunciando que está preparando un nuevo libro. Eso es hacer afición y predicar con el ejemplo. Un ejemplo para todos y por el que nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos.