VIENTO DE LEVANTE
Méjico, el otro pilar de la fiesta
Por Paco DelgadoSi hace unas semanas se celebró en España el Día Internacional de la Tauromaquia, con el que se quiere recordar, realzar, enaltecer y potenciar el mundo de los toros y todo lo que a su alrededor orbita, es el 24 de junio cuando este acontecimiento tiene efecto en Méjico, el pilar clave de la fiesta en América.
Un evento que quiere festejar y resaltar una actividad que es parte fundamental de la historia y la cultura de este país. Esta celebración se ha institucionalizado a partir de la iniciativa del aficionado Salvador García Bolio, a la que se sumaron Tauromaquia Mexicana Siglo XXI y otras distintas instituciones taurinas.
Se celebra este día porque en tal fecha, en 1526, tuvo efecto el primer festejo en estas tierras del que se tiene constancia documental. Y así consta en la Quinta Carta de Relación que Hernán Cortés que envía al Rey Carlos V, en la que dice: “Otro día que fue de San Juan como despaché este mensajero llegó otro estando corriendo ciertos toros y en regocijos de cañas y otras fiestas, y me trajo una carta de dicho juez y otra de Vuestra Sacra Majestad”.
Queda claro que se trata de costumbre y tradición que arranca a partir de la llegada de los españoles a lo que llamaron “Nuevo Mundo”.
Sin embargo no hay unanimidad a la hora de considerar aquel dato de hace casi 500 años como exacto, y para el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) las corridas de toros comenzaron a darse tres años después de lo que se tiene establecido como punto de partida de la celebración de corridas en Méjico.
Según el INAH el inicio de los festejos taurinos en tierras mejicanas se produjo después de la conquista de Tenochtitlán, Tacuba y Texcoco, además de muchos pueblos mesoamericanos más, incluso apuntan como dato indudable y exacto que la primera corrida de toros que se dio en la Nueva España fue en 1529, el 13 de agosto, en los terrenos donde después de hizo la Plaza del Volador en la Ciudad de Méjico.
Nuño de Guzmán, Presidente de la Primera Audiencia y Gobernador Pre-Virreinal de Nueva España, junto con otros regidores y alcaldes, ordenó que “de aquí en adelante, todos los años por honra de la fiesta de San Hipólito se corran siete toros, y que de aquellos se maten dos y se den por amor a Dios en los monasterios y en los hospitales…” y, desde 1535, fue costumbre festejar a los virreyes que llegaban, con tres días de corridas. El espectáculo ecuestre de escaramuzas que las acompañaba, llamado Juego de cañas, comenzó a verificarse en el año de 1537, celebrándose todos ellos en la ciudad de Méjico.
Sea como fuere, lo bien cierto es que el espectáculo taurino, como en España, y luego en otros muchos países americanos, Francia y Portugal, tuvo un arraigo fortísimo y tiene una implantación que hace muy difícil, por no decir imposible, que fructifique el actual acoso y derribo a que está siendo sometido por elementos y grupos mal llamados ecologistas o animalistas y la sorprendente inacción y desentendimiento por parte de los propios dirigentes del negocio taurino.
En España, el Día de la Tauromaquia se celebra el 16 de mayo, coincidiendo con la trágica muerte en 1920 de José Gómez Ortega “Gallito”, en el ruedo de Talavera de la Reina, tras ser corneado por el toro “Bailaor”, de la ganadería de doña Josefa Corrochano, que a partir de entonces comenzó a ser denominada como de la viuda de Ortega. Como explicó Victorino Martín, el ganadero que preside la Fundación del Toro de Lidia, en su discurso para justificar la creación de esta jornada de carácter mundial para la Tauromaquia, es esta una de las grandes expresiones culturales, como la música, el teatro, el cine o la literatura. Todas ellas tienen un día especial todos los años y también debe tenerlo la Tauromaquia.