CARLOS BUENO

El arte del valor, no del miedo

“Soy pesimista y no le doy a la tauromaquia mucho tiempo. Se pierde el interés y esto se va cayendo solo. Porque a los toros hay que ir a pasar miedo, y a través del miedo crear arte”. Se lo escuché a don Leopoldo de la Maza Ybarra
martes, 20 de noviembre de 2018 · 08:17

Soy pesimista y no le doy a la tauromaquia mucho tiempo. Se pierde el interés y esto se va cayendo solo. Porque a los toros hay que ir a pasar miedo, y a través del miedo crear arte”. Se lo escuché a don Leopoldo de la Maza Ybarra, titular del hierro del Conde de la Maza, hace sólo unos días después de anunciar que había enviado su ganadería al matadero. Con el mayor de los respetos y máxima modestia, siento discrepar de tan insigne e histórico criador de reses bravas.

Puedo coincidir, y de hecho coincido, en la primera parte de su sentencia. El entramado taurino no está sabiendo readaptarse a las nuevas situaciones que plantea la sociedad, no muestra capacidad de regeneración, no se está defendiendo bien de los ataques recibidos ni poniéndose en valor. El interés general por el toreo decrece sin que se encuentren remedios. Cada vez hay menos aficionados capaces de argumentar la pervivencia de la tauromaquia de una manera sensata y cabal. El número de festejos decrece año tras año. Las complicaciones van en aumento para los novilleros. Los abonados pierden número y fuerza. Los empresarios denuncian que es cierto que resulta contraproducente para el negocio ser a la vez apoderados, pero nadie da ejemplo y suelta una rienda. Anunciar carteles con figuras resulta deficitario. Las Instituciones cobran un dineral por alquilar los recintos taurinos aún cuando se trata de una actividad artística… Son tantos los factores y circunstancias que apuntan que don Leopoldo de la Maza está en lo cierto cuando vaticina un final no muy lejano, que servidor no se atrevería a enmendarle ni una sola palabra.

Sin embargo, no puedo estar de acuerdo en la segunda parte de su afirmación. No creo que a los toros se vaya a pasar miedo, ni ahora ni nunca. El miedo es desagradable y produce angustia. A los toros uno va a emocionarse. Y es verdad que la emoción aparece en primera instancia a través del valor, que es diferente al miedo. El valor activa, mientras el miedo paraliza. Si el torero tiene miedo no es capaz de resolver. Si el espectador siente miedo no disfruta con lo que ve y deja de mirar. La emoción llega a través de la admiración. Nos emocionamos con lo que somos incapaces de hacer, y cuando un torero solventa las dificultades que plantea un toro bravo se nos eriza la piel y nos descubrimos ante él. El arte no se puede crear a través del miedo porque implica defensa, dudas, turbación… El arte fluye a partir del valor, de la solvencia, de la seguridad, del dominio…

Recuerdo cuando Manuel Morilla, apoderado de Jesulín, salió al ruedo de Sanlúcar de Barrameda con la intención de dar unos muletazos al toro de su poderdante a finales de los 90. Lo peor no fue la tremenda voltereta que se llevó, que afortunadamente para él quedó en un susto, sino la imagen que transmitía al mundo, que no era otra que el toreo era cosa fácil, que cualquiera podía realizarlo. Morilla demostró que no sentía admiración por el torero porque él también era capaz de torear, y cuando el torero pierde su condición de héroe el toreo está sentenciado. Por eso el torero siempre deber ser un héroe, y los héroes no sienten miedo, o al menos no lo hacen visible. Los héroes son valientes y demuestran que pueden llevar a cabo acciones que el resto de mortales nunca osaríamos intentar.

Soy un defensor del arte a través del valor, ante un toro bravo que pueda plantear problemas y al mismo tiempo dé opciones de resolverlos. Ni el toro bobalicón ni el toro que provoca miedo dan argumentos para que el toreo tenga esencia. El bobalicón invita a la aparición de “Morillas” nefastos y resta aficionados en los tendidos, y el que provoca miedo no deja que se cumplan los cánones del toreo que implican parar, templar, mandar y ligar, base de la emoción y del arte. Para pasar miedo ya están las películas de terror, y yo no voy a verlas porque no me gustan, como tampoco los bobalicones.

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