CARLOS BUENO

El milagro del futuro

En cuestiones de marketing y publicidad el negocio del toro sigue anclado en el pasado
martes, 5 de febrero de 2019 · 07:00

En cuestiones de marketing y publicidad el negocio del toro sigue anclado en el pasado. Es cierto que últimamente algunas agencias han puesto en marcha novedosas campañas intentando llegar a una sociedad reacia a adherirse a lo taurino. Pero la realidad es que, en general, las modernas propuestas han acabado donde toda la vida, es decir, en carteles colgados en las paredes de los cosos, en vídeos reproducidos en portales taurinos de Internet que sólo visitan los aficionados y en imágenes insertadas en el par de revistas especializadas que cada semana compran los de siempre.

Las redes sociales ayudan un poco, pero todo vuelve a moverse entre la misma gente, justamente los que ya conocen el tema y se saben al dedillo los intríngulis de la Fiesta. Normalmente son los devotos quienes se interesan por las confecciones de las ferias y por conocer los plazos de ventas de entradas, pero es muy extraño que esa información llegue a los agnósticos como llegan otro tipo de mensajes relacionados con el deporte, la música o la moda.

Y si ya es difícil que las ferias de categoría y las figuras del escalafón aparezcan con normalidad en los medios de difusión actuales, ni qué decir tiene lo complicado que resulta que la sociedad ataurina conozca la existencia del toreo base. Hace sólo unos días, una aficionada me contó que su hijo quería ser torero y me preguntó dónde se encontraba la Escuela de Tauromaquia de Valencia y cuánto valía la matrícula. Me pareció sorprendente que no supiera que está ubicada en pleno centro de la ciudad, junto a la plaza de toros, y que pertenecer a ella es totalmente gratuito. Y es que quienes estamos inmersos en este mundillo pensamos que todo el mundo lo conoce, pero de eso nada. El ejemplo es más que demostrativo. 

La promoción de los grandes ciclos es escasa, la de las novilladas prácticamente nula, y la de las escuelas taurinas un espejismo. Las televisiones generalistas y en abierto no ofrecen ni un solo festejo. La mayoría de políticos sólo hacen que poner trabas. Por eso me parece un auténtico milagro que aún sigan apareciendo chavales nuevos con ansia de ser matadores. En el caso de Valencia, además, los cuatro o cinco que más están destacando no tienen antecedentes taurinos en la familia, lo cual convierte el hecho en más milagroso si cabe.

¿Hasta cuándo durará la tauromaquia? Mientras haya savia nueva y las plazas se llenen será complicado que los antis puedan con ella. De los dos ingredientes ya se tiene el primero, el milagroso, ahora falta que la afición no vaya a menos y que los tendidos se colmen. Y en ese ingrediente influirá definitivamente el primero. Es decir, que si los chavales se ganan el favor de los públicos y tienen el tirón suficiente, todo estará resuelto.

Para ello sólo hace falta que sientan de verdad el compromiso con el toreo, que acepten que la suya es una profesión de riesgo real y no intenten minimizarlo con artimañas viciadas por el sistema, que asuman que deben enfrentarse a toros íntegros y encastados, que afronten que deben salir a entregarse porque nadie les ha obligado a ser lo que han elegido, y que entiendan que es mejor dar el cien por cien en veinte corridas que el cincuenta por ciento en cuarenta festejos. Si en la plaza hay un toro bravo y un torero comprometido, la afición irá en aumento a pesar de la falta actual de promoción, de los movimientos antis y de los políticos que nos ha tocado sufrir. El futuro está en manos del milagro

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