CARLOS BUENO

La flor y el premio de Judas

lunes, 2 de noviembre de 2020 · 09:56

Decía Manuel Molina en su obra maestra ‘Todo es de color’: “De lo que pasa en el mundo por Dios que no entiendo ná, el cardo siempre gritando y la flor siempre callá”. Yo no pertenezco a la generación que conquistó la libertad, sino a la que dilapidó la libertad conquistada. Y la libertad implica respeto, algo que se ha degradado del mismo modo que la palabra dada ha perdido el peso que antaño tenía. Recuerdo que mi abuelo cerraba los tratos dando su palabra y estrechando la mano. Ahora no sirve ni una firma en papel oficial. Se anteponen los intereses al valor de la verdad, lo que favorece la picaresca, la pillería, el enredo y, al fin y al cabo, la mentira.

La política se ha convertido en una partida, en una estrategia estudiada al milímetro. Se dice lo que conviene, no lo que se siente. Predomina el poder del cardo que vocifera, de quien promete aunque quebrante sus compromisos. En esta época el marrullero tiene derechos y la flor honrada obligaciones.

El toreo es una actividad legal y los toreros tienen obligaciones tributarias, faltaría más, pero parece que no tienen los mismos derechos que el resto de contribuyentes. No hay manera de que puedan cobrar una prestación por desempleo y nuestros políticos les han prometido en una y mil ocasiones que eso se va a solucionar, estableciendo plazos que de momento nunca se han formalizado (desde el Gobierno se asegura una vez más que esta misma semana todo se regularizará).

La crisis que ha impuesto la pandemia que actualmente sufrimos ha crispado los ánimos. Muchos profesionales taurinos llevan sin ingresos desde que finalizó la temporada de 2019 y hay familias pasando hambre a pesar de que nuestros gobernantes aseguraron que, en esta situación, no dejarían a nadie atrás. Parece lógico que al final se agote la paciencia y se pidan explicaciones y acciones inmediatas.

Después de las protestas protagonizadas hace unas semanas en Sevilla por un grupo de banderilleros y mozos de estoque, Valencia ha cogido el testigo para recriminar al ministro de Cultura su proceder. Se trata de reivindicaciones legítimas porque la discriminación que sufren es más que flagrante. A quienes manejan los hilos del poder no les interesa la tauromaquia y la ahogan; así de dictatorial.

Ni rastro del respeto que debe imperar en una sociedad libre y democrática. Ni una sola huella del cumplimiento de la promesa a la Constitución ni de la palabra dada a los toreros, que son tratados como delincuentes cada vez que se manifiestan. Nutridos grupos de policías les hacen retroceder porra en mano mientras quienes actúan de forma partidista e infringen sus afirmaciones son protegidos en coches blindados por agentes secretos que pagamos todos los legales, también los taurinos. El cardo siempre pretende seguir imponiéndose manteniendo callada a la flor.

Ahora el Ministerio de Cultura acaba de reconocer la labor realizada en favor del toreo por la Fundación Toro de Lidia y le ha concedido el Premio Nacional de Tauromaquia 2020, un galardón dotado con 30.000 euros. Pero es el momento de hacerse oír de verdad, de visibilizarse en los medios de comunicación y en la sociedad, de reclamar lo que es de justicia. Y no hay mejor manera que rechazar el premio de Judas, un apoyo envenenado y traidor, máxime cuando el presupuesto de Cultura crece en 200 millones, un 25%, pero deja fuera a la Tauromaquia. Habrá 108 millones para Música y danza, 52 para Teatro, 86 para el Cine, 163 para Arte y museos, 154 para Arqueología y patrimonio, 78 millones para Bibliotecas y archivos, y los Toros continuaran con los míseros 65.000 euros del proyecto Wikitauro y el Premio Nacional de Tauromaquia.

Hay que repudiar la limosna de los 30.000 euros del galardón y reclamar las prestaciones para los profesionales que son de justicia y las ayudas a los ganaderos que el resto del sector disfruta. A la Fundación el verdadero reconocimiento que debe importarle es el del mundo de los toros y el de los aficionados. Es turno de que hable la flor y se calle el cardo. Porque de verdad que “de lo que pasa en el mundo por Dios que no entiendo ná”.

 

0%
Satisfacción
50%
Esperanza
0%
Bronca
50%
Tristeza
0%
Incertidumbre
0%
Indiferencia