CARLOS BUENO

Cuando todo pase...

martes, 17 de marzo de 2020 · 09:15

No hacía falta ser un científico experto en la materia para intuir que el asunto del coronavirus acabaría marcando el normal desarrollo de las actividades sociales y festivas en España. Se veía venir por mucho que los políticos intentaran esconder el verdadero alcance que podía adquirir la pandemia, supongo que en un intento de no sobre-alarmar a la población. Pero al final todo ha seguido según lo desgraciadamente previsto y, encima, la psicosis general no se ha podido evitar. Cuando todo esto pase habrá que desentrañar quienes crearon este germen y con qué finalidad, se deberán pedir explicaciones verídicas y depurar responsabilidades legales. Cuando todo pase…

A nivel global se ha actuado tarde y mal, y la gravedad del coronavirus ha acabado superando cualquier conjetura por pesimista que en principio pareciese. El sector taurino no ha sido ajeno a esta crisis, todo lo contrario. El contagio le ha alcanzado de pleno en un momento crucial, justo ahora que el ambiente del inicio de temporada empujaba a favor con la alta expectación que habían levantado las ferias de Fallas y Magdalena y contrarrestaba la fuerza de los vientos antitaurinos.

Cuando el 11 marzo se suspendían ambos ciclos poco podía imaginarse que el efecto dominó arrastraría a Jaén, Andújar, Guadalajara, Fitero, Morón, Aracena, Arnedo, Murcia, Huelva, el inicio de la temporada en Madrid, Sevilla… De momento el número de festejos suspendidos se aproxima a 50, y la suma sigue en ascenso en España, Portugal, Méjico y Francia, donde también se han cancelado los seriales de Nimes, Arles, Aignan, Gamarde, Garlin…

Una ruina. Sólo las Fallas dejan de producir un impacto de 15 millones de euros en la ciudad de Valencia, y La Magdalena cinco en Castellón. Aventurarse a fijar una posible fecha de re-organización de las ferias es una quimera. Todo dependerá de la evolución de la pandemia y sólo se tomará una decisión cuando el virus esté controlado. Por otra parte habrá que valorar de qué manera se ha visto reducido el poder adquisitivo de los aficionados después de un tiempo de confinamiento sin poder trabajar y, por tanto, sin cobrar, lo que conllevará dificultades para sacarse el abono. Un verdadero desastre. Los seguros por cancelación o aplazamiento de las corridas no cubren la situación actual, en la que ya ha habido un importante desembolso en conceptos como el de publicidad o personal de administración y taquillas. Sin lugar a dudas el empresariado taurino deberá gozar del derecho a acogerse a las ayudas económicas planteadas por el Ejecutivo y que han solicitado otros sectores perjudicados. Es de justicia, pero ni acabará resultando rentable ni consolará.

Los toreros sufren en sus bolsillos una merma monetaria tan importante o más que la de otros tipos de profesionales, y el daño que va a provocar en el campo bravo será incalculable. Los animales necesitan cuidados diarios y los ganaderos no se pueden permitir quedarse en casa y desatenderlos. Para mayor preocupación, es muy probable que un montón de toros cinqueños acaben en el matadero porque tampoco la calle ofrece salida a este tipo de ejemplares ya que, de momento, se han suspendido todos los festejos populares hasta abril.

Y en medio de toda esta confusión la gente del toro ha vuelto a dar una lección de entereza y saber estar. En Valencia, José María Ángel, Secretario Autonómico de Seguridad y Emergencias de la Generalitat y máxima autoridad en materia taurina en esta Comunidad, se reunió con los empresarios de las plazas de toros de Valencia y Castellón y con la Federación de Bous al Carrer para evaluar las consecuencias y las acciones a realizar ante la caótica situación, y tras el encuentro afirmó estar muy contento porque, lejos de plantear ninguna complicación, mostraron la máxima predisposición para solucionar el problema al ponerse a disposición de la Administración y juntos hacer frente al coronavirus. “Es gente seria, responsable y rigurosa. Estoy muy orgulloso de ellos”, concluyó el mandatario valenciano. Sin duda el mundo taurino ha sido modelo de civismo, de altura de miras y de priorización de intereses.

La cuestión, lejos de resolverse, parece estar complicándose día a día. Todavía no se ve luz al final del túnel. Además, el domingo el Gobierno decretó el Estado de Alarma, lo que ha recrudecido las medidas a acatar por la población a todos los niveles. Y la tauromaquia sigue dando ejemplo de conciencia y lealtad. Espero que cuando todo pase, además de desentrañar la creación del virus, pedir explicaciones y depurar responsabilidades, se valore al sector taurino como ha demostrado que merece. Cuando todo pase…

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