CAPOTAZO LARGO

La necesaria (y medida) televisión

martes, 21 de diciembre de 2021 · 07:10

Andrés Roca Rey ha sido protagonista de un amplio reportaje en la revista Cosas, una de las más importantes de Perú, que hace sólo unos días dedicaba varias páginas al torero junto a una original sesión de fotos. También Forbes, una gaceta americana especializada en el mundo de las finanzas, entrevistó a Octavio García ‘El Payo’. Semanas antes había hecho lo propio Paris Match -una de las publicaciones más prestigiosas del periodismo en Europa- con la rejoneadora Lea Vicens, que además ha aparecido en una doble página del National Geographic o en el semanario Hola entre otras cabeceras.

El común denominador de todos estos reportajes es que le han servido de escaparate social al toreo gracias a textos alejados de chismes sobre la vida privada y centrados exclusivamente en la dedicación a la profesión. Es justo lo que necesita la tauromaquia: visibilidad, normalización en una sociedad que demasiadas veces ve al torero como un paria que debe permanecer escondido. La época en la que los coletudos eran admirados y marcaban tendencia ha dado paso al rechazo, cuando no al odio.

Para que el toreo se normalizara en la sociedad haría falta que fuese una actividad tratada desde el respeto y la buena educación, algo que, de primeras, falla desde las instancias políticas, más preocupadas en utilizar los toros con fines electoralistas que en defender la legalidad y en procurar que se cumplan los derechos de todos los ciudadanos con independencia de su ideología y gustos.

El desconocimiento es la base de la intolerancia que muchos practican de forma totalitaria. Por eso enseñar y divulgar la tauromaquia es tan importante, y aprovechar las pocas ventanas de que dispone es fundamental y necesario para seguir sobreviviendo. La televisión en abierto juega un papel determinante en ese sentido. Las cadenas autonómicas Castilla-La Mancha, Canal Sur, Telemadrid, Castilla-León y Extremadura TV emiten toros con unas audiencias muy superiores a la media de cada emisora, algo que debería servir como aviso para los prohibicionistas.

Otro ejemplo del interés por el toreo lo constata el estreno de la serie “Curro Romero, el Faraón”, cuyo lanzamiento cosechó excelentes resultados de cuota de pantalla en prime time, la franja horaria más disputada. Por otra parte, el canal privado Toros de Movistar colabora de manera inestimable a la rentabilidad de muchos festejos. Por todo ello, darle la espalda a la televisión no parece una buena idea en estos momentos.

Se comenta que el reto de Morante para 2022 es doblar sus actuaciones en las capitales y en las principales ferias, lo que significará una mayor aparición en la pequeña pantalla. Por el contrario, se asegura que Alejandro Talavante prepara una nueva temporada sin televisarse. Es lícito que cada cual haga lo que crea mejor, pero mirar únicamente por los intereses personales no es lo más oportuno. Porque, tanto dejarse retransmitir como impedirlo es sólo una decisión tomada en beneficio individual sin mirar por el futuro global de la tauromaquia. Otra cosa bien distinta sería delimitar el número de redifusiones que se puedan llevar a cabo de cada función, que en principio parecen desmesuradas.

No se pueden echar piedras sobre el propio tejado ahora que Unidas Podemos, parte del Gobierno de España, pondrá en marcha una nueva Ley de Protección y Derechos de los Animales con la que se podría abrir oficialmente la puerta a impedir la emisión de corridas, algo que, en su justa medida, resulta necesario para difundir un arte tan singular como, en la actualidad, desconocido.

 

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