CAPOTAZO LARGO

"Lo de Morante" ¿en Madrid?

martes, 3 de agosto de 2021 · 07:29

“Lo de Morante” esta temporada es de un compromiso con la tauromaquia de grado superlativo. Que una figura de corte artístico como él, haya decidido de motu proprio salir de la zona de confort para lidiar ganaderías que comportan mayores dificultades de lo que acostumbra a asumir la élite del escalafón es para reconocérselo como merece.

Cuando a principios de año aseguró que quería matar la corrida de Miura en Sevilla, hubo quien puso sus declaraciones en cuarentena. Pero lo cierto es que el genio de La Puebla acabó anunciado en La Maestranza con los legendarios cabreras de la A con asas. Luego dijo que estaba aburrido de juanpedros y garcigrandes, que le cansa el toro bueno, y también hubo quien pensó que sólo se trataba de cuestión de márquetin. Al poco hizo el paseíllo en Arles con los santacolomas de La Quinta, y más tarde se publicó el cartel de El Puerto de Santamaría, donde se las verá en solitario con seis ejemplares de Prieto de la Cal, los veraguas procedentes de la casta Vazqueña.

Hace unos días se hizo oficial la terna de Calatayud, donde el original coletudo ha vuelto a elegir la sangre santacolomeña de los de Ana Romero para continuar con su apuesta por los encastes minoritarios, entre los que también figuran para futuras ocasiones, según manifestaciones suyas, astados de Urcola y Vega Villar. Tal actitud está teniendo un efecto contagioso y otros compañeros se están apuntando a su iniciativa. Es lo que necesitaba la Fiesta, huir de la previsibilidad y de la monotonía para buscar nuevos alicientes en la variedad y en la capacidad de sorpresa de la que goza el toreo.

Teniendo en cuenta que se considera encaste propio y diferente cualquier variedad de toros creada a base de aislamiento genético reproductivo durante un mínimo de cinco generaciones, hay que convenir que resultaría tremendamente complejo delimitar cuántos linajes distintos hay en el campo bravo, y tampoco es el caso tener que enfrentarse a todos. Las castas fundacionales que dieron origen al actual toro de lidia fueron la Jijona, Gallardo, Navarra, Cabrera, Vazqueña y Vistahermosa, algunas ya extinguidas. Únicamente han subsistido aquellas cuyos ejemplares estaban mejor adaptados a las modernas exigencias de la lidia.

De ellas descienden estirpes como Parladé, Gamero Cívico, Pedrajas, Villamarta, Conde de la Corte, Atanasio, Murube, Contreras, Núñez, Albaserrada, Santacoloma o Domecq entre otros muchos. Pero a pesar del tesoro zootécnico que supone disponer de tan amplia variedad de sangres y de comportamientos, la mayoría de festejos sólo incluyen un reducidísimo número de encastes, en general los preferidos por las figuras, y los matadores que se contratan con divisas duras suelen acabar siendo encasillados y no salen del circuito de hierros catalogados como complicados.

José Antonio Morante ha decido romper esquemas. Ahora hace falta que los aficionados sean lo suficientemente abiertos de mente para valorar las lidias que, en muchos casos, deberá poner en práctica. Torear no es pegar gran cantidad de muletazos bonitos, sino poderle e imponerse al toro, y eso a veces sólo se consigue gracias a una faena sobre las piernas. En algunas de las labores que el maestro de La Puebla tendrá que realizar puede haber tanta verdad, intensidad y emoción como en las más asentadas, templadas y ligadas.

La madrileña plaza de Las Ventas es, con toda probabilidad, la que mejor sabe valorar una lidia. El día que Morante decida anunciarse en ella con un encaste singular, puede marcar un nuevo punto de inflexión en la tauromaquia.

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