CAPOTAZO LARGO

Una faena con el capote

martes, 31 de agosto de 2021 · 07:18

El genial e irrepetible Curro Romero siempre confesó que se retiró sin poder realizar una labor íntegramente de capote. Constreñido por el reglamento, el maestro de Camas se quedó sin demostrar que a un toro bueno se le puede hacer la faena con el percal, incluso entrar a matar con él. Me lo recordó hace unos días el gran aficionado valenciano Mariano Catalán, que aseguraba haber visto a algún torero pretendiendo ligar en redondo varias verónicas, algo verdaderamente complicado y que, en principio, sólo podría llevarse a cabo con el animal ahormado tras el tercio de varas.

Es cierto que a muchos astados se les puede dominar con el capote, incluso a veces se consigue pararlos de salida prácticamente sin necesidad de tener que ir al caballo. Pero parece bastante obvio que después de un puyazo resultaría menos complicado intentar faenar con la capa. No obstante, el toque de clarines indicando el cambio te tercio obliga a los matadores a coger la muleta de forma inexorable.

No es lógico que un artista tenga que someterse a unas reglas que limitan el arte, lo oprimen, le restan libertad de expresión, impiden su evolución. Nadie entendería que un pintor estuviese obligado a usar únicamente un tipo de pinceles, unas medidas de lienzo o unos colores determinados. O que a los escultores sólo se les permitiera utilizar un mismo material para elaborar sus obras. Por el contrario, en la tauromaquia imperan unas leyes que dictan qué artilugios se pueden emplear y durante cuánto tiempo. Sin duda eso coarta la inspiración y resta poder de creación.

Una tarde de toros ajustada al reglamento obliga a recibir al animal de capote, picarlo, banderillearlo y finalizar con la franela, todo en unos intervalos preestablecidos. En cambio, si dentro de unos límites el torero gozase de mayor libertad, el espectáculo resultaría más cambiante y sorprendente. Desde luego que ligar varias series con el percal parece ahora algo increíble, pero todas las transiciones que ha sufrido el toreo fueron inauditas en su tiempo. Que se lo pregunten a Paquiro, a Belmonte, a Chicuelo, a Manolete o a Paco Ojeda.

Torear puro con la capa tiene mayor exposición que hacerlo con la muleta, porque con ésta el torero tiene más defensa gracias a los toques que se pueden dar para desplazar al astado. Sin embargo, para llevarlo cosido al capote hay que hacerlo con mucho temple y suavidad y sin despedir su embestida. Cuando la verónica se pega con sentimiento y pureza se hace con todo el cuerpo, desde los pies a la cabeza. ¿Alguien conseguirá alguna vez ligarlas en redondo en vez de alternando una por cada pitón?

Aprovechar un toro bravo que tiene fijeza, que mete la cara y obedece, que se rompe y entrega en las embestidas para ligar varias tandas con el percal, es una asignatura pendiente que tiene la tauromaquia. Hace falta un torero capaz y rebelde, y que el reglamento se flexibilice a favor de una mayor variedad de creación. “Realizar una faena íntegramente con la capa tiene que ser la maravilla de las maravillas”, dijo una vez Curro Romero, y seguramente tendría razón.

 

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