CAPOTAZO LARGO

Del hotel al puente, de la plaza a la calle

martes, 6 de diciembre de 2022 · 09:39

Viernes 2 de diciembre. Paco Villaverde me invita a colaborar en el acto de presentación de su último libro “Más allá de la palabra”, un original y excelente poemario en el que repasa el toreo y parte de sus personajes desde lo más íntimo y con gran sentimiento. El acontecimiento se celebra en el Hotel Las Arenas de Valencia ante más de 200 personas. Entre los protagonistas que ocupan un lugar en el estrado para participar en la tertulia hay tres matadores: Guillermo Císcar “Chavalo”, que además es el autor de las ilustraciones de la obra, Vicente Barrera y Enrique Ponce. Dos horas de ceremonia en las que de forma amena y variada se entremezclan literatura, música, toreo, pensamiento, opinión, pasión y emoción.

Como asistente se encuentra mi buen amigo Guillermo Descals, que con 45 años sigue siendo tan buena gente y reflexivo como cuando intentó la aventura novilleril en la primera década de este milenio. Termina la gala y se acerca a mí para inquirirme: “¿Te has dado cuenta de que posiblemente yo sea el más joven de la sala?”. Miro a mi alrededor y compruebo que, salvo las hijas y las sobrinas de Villaverde, está en lo cierto. La media de edad puede rondar con facilidad los 60.

Sábado 3 de diciembre. Juan Beneyto me invita a los festejos de toro de cuerda de su ciudad, Onteniente. A mediodía sueltan un primer novillo y después de la fraternal comida tres toros que atraviesan de un barrio a otro por el mítico Pont Vell, uno de los puntos más pintorescos del recorrido. Me sitúo a la salida del puente para disfrutar de la estampa. Una marabunta corre hacia mí. Me sube la adrenalina y se acelera mi corazón. Intuyo que el astado se acerca porque comienzo a ver a los mozos que portan el primer tramo de la cuerda, pero cuesta distinguir al burel rodeado de enfervorecidos. No es fácil encontrar un hueco donde protegerse… por si acaso. La calle está llena de gente y tras las barreras hay tantas personas que no sé qué verán los que están muy atrás. Miro hacia todas partes y soy incapaz de hacer un cálculo del número de participantes. Miles. ¿Y su edad? La tortilla ha dado la vuelta respecto al día anterior. El promedio no superará los 30.

El viernes, el evento se desarrolló en un marco verdaderamente incomparable, en uno de los hoteles más lujosos y llamativos de la capital valenciana, junto al mar. La ocasión invitaba a que los jóvenes acudiesen a una cita anunciada a la perfección a través de las redes sociales, su medio predilecto. La intervención de Chavalo constituía otro atractivo para cualquier alma inquieta que quisiera encontrarse con un personaje especial, un diestro que encandiló a la afición en los 70 con su extraordinaria sensibilidad para interpretar el toreo y que tuvo que abandonar por una inoportuna cornada que truncó su proyección. Aquel magnífico matador se dedicó después a la pintura con tanto arte como su tauromaquia y hoy escribe con una exquisitez al alcance de muy pocos. Chavalo apenas de prodiga en público. Es uno de los últimos bohemios de verdad y, sin duda, cualquier aficionado joven que tuviera la curiosidad de conocerle debería haberse acercado a la presentación del libro de Villaverde.

Volver a coincidir con Vicente Barrera, maestro diferente y sorprendente, estandarte de la quietud y la verticalidad, del valor seco y la clase, abogado metido a torero para quitar la razón a quienes aseguraban que no podía ser y para convertirse en ídolo de masas, y compartir espacio con Enrique Ponce, una de las máximas figuras del toreo de quien jamás se podrán contar todas sus virtudes y logros, a quien nunca se le podrá rendir un homenaje a la altura de lo que merece y que reaparecía ante el público de Valencia después de anunciar su retirada hace un año y medio, constituían sobrados motivos para que los aficionados jóvenes no se perdieran la invitación.

Pero la juventud estaba en las calles de Onteniente participando en primera persona y de forma inmediata de los toros, sin necesidad de la formación y el esfuerzo que requiere la tauromaquia de la plaza que, en muchas ocasiones resulta cara y, además, no suele dejar que el aficionado sea parte de ella. Más bien al contrario, demasiadas veces desestima su opinión y voluntad. Alguien se lo tendrá que hacer ver.

 

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