CAPOTAZO LARGO

Alberti: un comunista mágico

martes, 26 de julio de 2022 · 05:24

A pesar de que el Tribunal Supremo ya confirmó en 2019 que no se pueden realizar sufragios antitaurinos, los impositores animalistas han continuado esquivando las ordenanzas y convocando votaciones sobre la celebración de corridas de toros. Para ello, los ayuntamientos abolicionistas han pretendido hacer creer que llevaban a cabo “consultas no referendarias” (encuestas sin la consideración de referéndum) cuando en realidad buscaban poner en práctica “consultas populares” (un mecanismo para votar temas de trascendencia nacional de manera que su resultado pueda incidir en las decisiones políticas). O sea, que disfrazaban de consulta lo que en realidad eran referéndums encubiertos, despreciando la sentencia del Tribunal Supremo que argumentó que “no puede crearse un nuevo mecanismo de participación de carácter referendario sin apoyo en la Constitución ni en la Ley que la desarrolla”.

Poco les importan los dictámenes legislativos a quienes se creen seres moralmente superiores en posesión de la verdad absoluta e intentan imponerla menospreciando el pensamiento de quienes no opinan de igual manera. El último ejemplo, uno de tantos, ha tenido lugar en Galapagar, donde, por fortuna, el plebiscito populista antitaurino ha resultado un rotundo fracaso. Sólo 1.051 vecinos empadronados de un total de 33.379 participaron en la pantomima. Esto es el 3’64% de la población mayor de 18 años. La pretensión del equipo de Gobierno local era conseguir que al menos un 10% de los vecinos se implicara en unos comicios que para ellos eran prioritarios (no en vano una consulta popular es un mecanismo para votar temas de “trascendencia nacional”).

Como los antis no descansan y no se circunscriben únicamente al suelo español (recordemos los últimos ataques sufridos en Méjico y Colombia), también padecen la halitosis de los dictadores en territorio galo, donde “France Insoumise” persiste en su intención de prohibir los toros. “Francia Insumisa” es una plataforma política inspirada en el partido político español Podemos. Se sitúa en la extrema izquierda y tiene como objetivo convocar una asamblea constituyente encargada de redactar la constitución de una Sexta República y aplicar el programa “El Futuro en común”. No hay que ser muy listo para adivinar que ese futuro en común que quieren instaurar sólo contemplará sus gustos y suprimirá los del resto.   

En vista de la situación, al finalizar el paseíllo de la primera corrida de la feria de Mont de Marsan un grupo de jóvenes aficionados franceses leyeron una proclama en la que se cuestionaba qué saben de la cultura taurina unos diputados parisinos. Por qué pretenden quitar una forma de vida, arrancar unas raíces, cortar un vínculo con los ancestros. Se preguntaban en qué mundo quieren obligar a vivir a los demás estos políticos, qué valores pretenden imponer que supuestamente les faltan a los taurinos. Y terminaban aseverando que prohibir las corridas es prohibir la libertad cultural.

Hace 95 años, Rafael Alberti, uno de los mayores literatos de la historia y miembro de la Generación del 27 -poco sospechosa de no significarse con ideologías de izquierda-, se enfundó el traje de luces en la plaza de toros de Pontevedra e hizo el paseíllo a las órdenes de su gran amigo y admirado diestro Ignacio Sánchez Mejías. No puso ni un par de banderillas, no dio ni un capotazo, pero se sintió torero.

Rafael Alberti permaneció más de 20 años exiliado debido sus ideas políticas. A su regreso a España tras instaurarse la democracia, fue elegido diputado por el Partido Comunista, aunque pronto renunció a su escaño para proseguir con su tarea literaria. El gaditano fue siempre un gran aficionado a los toros, para él “una fiesta única, inexplicable”. “Ser torero me parece algo maravilloso, casi mágico”, contó en ocasiones. ¡Ay si la verdadera gente democrática de izquierdas tuviese valor!

 

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