CAPOTAZO LARGO

Septiembre, el mes de los novilleros

martes, 6 de septiembre de 2022 · 07:37

No querer ver que la tauromaquia atraviesa momentos complicados es engañarse a uno mismo. En las últimas décadas el toreo ha perdido adeptos y simpatizantes a pasos agigantados. Ha sufrido ataques despiadados, muchos políticos han hecho del antitaurinismo su bandera, los animalistas han sabido vender sus ideas y posicionarlas en una sociedad con nuevas sensibilidades y gustos, los profesionales apenas se han defendido y han perdido la batalla de la presencia en la televisión en abierto… Un cúmulo de circunstancias que ha provocado que los toros no gocen de la simpatía general de demasiada gente y que necesiten una revisión inmediata en búsqueda de soluciones.

Y dentro de esta incuestionable problemática, es preocupante el descenso de festejos que cada año se celebran, especialmente las novilladas, funciones indispensables para que sigan apareciendo nuevos valores que provoquen la necesaria renovación periódica del escalafón. El toreo ha de actualizarse, reinventarse, ilusionar a la gente y conseguir que las novilladas abaraten sus costes de producción. Es imprescindible que profesionales, ayuntamientos y empresarios lleguen a acuerdos para que este tipo de funciones sea viable.

Además, las Comunidades y Diputaciones propietarias de plazas de toros deben incluir en los pliegos de arrendamiento de sus cosos la obligatoriedad de incrementar el número de novilladas, al tiempo que habrían de apoyar con ayudas económicas a los organizadores para que redunde en el precio de las entradas, del mismo modo que el Estado tendría que aplicar una rebaja fiscal tal cual ocurre con el deporte base y otras manifestaciones artísticas. ¿Acaso no se subvencionan las escuelas de interpretación, cine, danza, teatro o música?

Por fortuna, muchos pueblos continúan ofreciendo novilladas. Ahí están los casos de Algemesí, Arnedo, Arganda, Villaseca de la Sagra, Moralzarzal, Calasparra, Villa del Prado, Cadalso de los Vidrios, Guadarrama, El Álamo, Blanca, Peralta, La Granja de San Idelfonso, Perales de Tajuña, Morata de Tajuña, Navalucillos, Cuerva, Santa Cruz del Retamar, Villamanrique de Tajo, Brea del Tajo, Valdelaguna, Tielmes, Aldeanueva de Ebro, Hoyo de Pinares, Castellar, Cortegana, Briviesca, Collado Mediano, Recas y alguno más. Muchos de ellos organizan ferias de considerable importancia y que implican un gran aliciente y un magnífico escaparate para los aprendices de torero.

Es cierto que, en la mayoría de casos, son ciclos que se anuncian en septiembre, el mes más taurino del año pero con la temporada ya languideciendo. Sería óptimo que se dieran a principio de campaña y que así les valiese a los chavales para posicionarse, mas el calendario no puede cambiarse. Así que sólo cabe reforzar lo que hay y fomentar la aparición de más novilladas para que los futuros matadores vayan rodándose y cogiendo oficio antes de presentarse en cosos de entidad. La apuesta que ahora impera es hacer el paseíllo en Madrid y echar la moneda al aire. Si sale cruz todo se pone más difícil, mientras que si sale cara los contratos en pueblos y en ciudades de menor exigencia aparecerán con facilidad.

Es ilógico, el mundo al revés; como pilotar un Fórmula 1 para luego poder hacerlo en karts. Pero así está el asunto. La solución pasa por conseguir anunciarse en las ferias de novilladas y triunfar, y sobre todo que los responsables del sector taurino se pongan manos a la obra para fomentar los festejos menores, porque sin ellos un día acabará por no haber nuevos alicientes para las corridas.

 

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