CAPOTAZO LARGO

Rafaelillo no está

martes, 21 de febrero de 2023 · 07:50

Se hicieron públicos los carteles de la próxima Feria de Fallas de Valencia y Rafael Rubio “Rafaelillo” no estaba entre los anunciados. Se oficializó el ciclo de La Magdalena de Castellón y Rafaelillo no aparecía en las combinaciones. Se presentó el serial madrileño de San Isidro y el nombre de Rafaelillo no figuraba en ninguna terna. Se anunció la temporada de La Maestranza sevillana y no contaba con Rafaelillo ni para Abril ni para San Miguel. No es justo; sencillamente no lo es.

No es justo que el empresariado taurino tenga tan mala memoria o tan mala baba con uno de los toreros más horados del escalafón. No vale el argumento de que Rafaelillo no es taquillero, porque eso es rotundamente falso. Seguro que Rafaelillo atrae menos público que algunas figuras, pero también es cierto que concita mayor interés que muchos de los contratados en todas las ferias enumeradas, y además resulta indiscutible que lo merece mucho más que gran parte de quienes finalmente harán el paseíllo.

Las actuaciones de Rafaelillo se cuentan por triunfos. Y no me refiero sólo a los éxitos que reflejan las frías fichas de las corridas, porque triunfar no se reduce simplemente a cortar orejas. Triunfar significa enfrentarse con bizarría a un toro complicado, plantarle cara a una alimaña olvidando el sentido de la conservación, entregarse por completo a la lidia, darlo todo por el toreo y por el público, jugarse la vida sin trampa ni cartón y salir victorioso. Triunfar significa emocionar a los espectadores y dejar en ellos un recuerdo perenne. Y en todo eso Rafaelillo es un triunfador.

El menudo torero murciano es grande en valor y pocos como él hacen méritos tan evidentes para que no se le ningunee. Rafaelillo no debería sufrir el desaire que se le está infringiendo. Es un desprecio a sus logros, un ultraje, una humillación y hasta una ofensa. Y además, es una injusticia que padece la afición, la que se rinde ante sus actuaciones, se emociona con él y le premia; la clientela que con su dinero soporta la tauromaquia.

Hay toreros que caen en gracia, que visten un cartel, que tienen buenos padrinos y que gozan de privilegios a la hora de ser colocados. Sin embargo, también los hay que cada tarde que torean son sometidos a un duro examen y que cada nueva actuación parece depender de la anterior. Rafaelillo pertenece al segundo grupo. Así está el sistema y me da la impresión de que él lo acepta. Lo que no se puede aceptar es que, a pesar de pasar el examen tarde tras tarde, ahora no se tengan en cuenta sus merecimientos ni el dictamen de los tendidos.

Rafaelillo sufre en carne propia las lagunas de un sector que muchas veces es excesivamente despótico y tirano con algunos de los que se ponen frente a la muerte. Hay más toreros en situación similar, por supuesto, y enumerarlos sólo serviría para cometer otra injusticia, la de dejar en el tintero a alguno de los afectados. Pero, sin duda, él personifica como nadie los casos inaceptables de olvidos malintencionados que suceden con demasiada frecuencia.

Rafaelillo no está en ninguna de las primeras ferias del año, y eso ni es bueno para el torero, ni para los aficionados ni para la propia tauromaquia, que siempre presumió de poner cada cual en su lugar y de ser justa. ¿Acaso el sitio de Rafaelillo no es el ruedo? Justicia para Rafaelillo, la que se ha ganado.

 

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