CAPOTAZO LARGO

Normal o no normal, pero bueno

martes, 6 de junio de 2023 · 06:06

Que Su Majestad el Rey de España presidiera, entre otras, las corridas de la Prensa y de la Beneficencia en Madrid era normal con don Juan Carlos en el trono. El emérito hacía acto de presencia además en otros festejos a lo largo de cada temporada. Con la coronación de su hijo don Felipe VI la comparecencia del monarca en los toros dejó de ser costumbre, al menos durante su primera época como soberano, pero últimamente su asistencia en fechas muy señaladas ha vuelto a ser una constante. Su afición no alcanza a ser la de su abuela doña María de las Mercedes, una fija en multitud de plazas de España, pero es la suficiente para dar apoyo a la tauromaquia en tiempos convulsos.

Que Raúl González celebrase las victorias del Real Madrid toreando de salón sobre el césped del Bernabéu se hizo normal durante un tiempo. El afamado delantero era un gran aficionado y amigo personal de Enrique Ponce. Luego lo hizo Sergio Ramos, íntimo de Alejandro Talavante, y también el bético Joaquín Sánchez, que de joven estuvo en la Escuela Taurina de El Puerto de Santa María y que siempre ha asegurado que aún sueña con torear alguna vez. Sin embargo, no parece tan normal que la celebración sea la misma cuando el protagonista es un argentino, país en el que no hay tradición taurómaca, pero así lo hace Chimy Ávila, jugador del Osasuna, quien además ha protagonizado vídeos e historias en redes sociales presumiendo de taurino. Por cierto, que tampoco es normal que un futbolista en activo se haga ganadero de bravo pero acaba de suceder; el madridista Nacho Fernández ha firmado un acuerdo de sociedad con Talavante para llevar juntos la ganadería del torero extremeño.

Que un músico universal se signifique libremente con los toros no es normal ahora que prima un mascotismo y un buenismo a todas luces mal entendidos, cuando no hipócritas. Declararse aficionado sólo comporta perder venta de discos y de entradas para los conciertos. Sin embargo, el cantante Andrés Calamaro, otro ciudadano de Argentina, presume de su pasión taurina acudiendo a cuantas corridas le es posible, proyectando imágenes de festejos en sus conciertos, aludiendo a la tauromaquia en alguna de sus composiciones y hablando del toreo en sus redes sociales y cada vez que en una entrevista le preguntan por el tema.

Que los toreros tengan minutos en prime time en la televisión no es normal, pero sucedió hace unas semanas con Enrique Ponce de protagonista en El Hormiguero de Antena 3, y en el mismo programa los toros han vuelto a tener presencia gracias a la intervención impactante, clara y concisa de Frank Cuesta, etólogo, youtuber, streamer, presentador de programas sobre animales e influencer internacional. Alejado de lo políticamente correcto y sin pelos en la lengua, el mediático defensor de la naturaleza dejó muchas sentencias bien argumentadas sobre varios temas, entre ellos la ley animal vigente –según él redactada sin contar con expertos– o el desinterés por aprobar la ley ELA –por la falta del rédito electoral que pueda comportar–.

Pero lo más sorprendente fue su defensa a ultranza de la tauromaquia. A pesar de asegurar que no le gusta el toreo, dejó bien claro que no es antitaurino y que lo respeta, haciendo énfasis en la palabra respeto como ejemplo para los intransigentes desinformados. Reveló que iba a comer con el ganadero Victorino Martín, sentenció que los toros no se pueden tocar en España porque acabar con ellos sería acabar con el ecologismo más puro y confesó que prefiere defenderlos a estar en contra porque una panda de imbéciles lo dicten. “En España la gente nos hemos vuelto gilipollas. Todos tenemos que ser veganos, feministas y anti no sé qué”, sentenció.

Normal o no normal, la tauromaquia debe estar agradecida a los actos de adhesión que públicamente muestran personajes no profesionales del toreo. Los toros necesitan volver a normalizarse en la sociedad, y estos son pequeños grandes pasos que hay que aprovechar.

 

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