CAPOTAZO LARGO
Luque y Adrián, una indecencia
El pasado domingo fui a ver una carrera de la Copa del Mundo de ciclocrós. Los ciclistas se posicionaban para la salida según los puntos conseguidos en las anteriores competiciones. Salían desde los primeros puestos quienes mejores resultados habían obtenido hasta el momento, y en las últimas filas se colocaban aquellos con menor puntuación. Era curioso ver en la zona media al campeón mundial, el de mayor caché, que en las pruebas previas no había sumado tanto como otros rivales. Pero estaban todos, los más puntuados, los regulares, los irregulares, los campeones y las promesas. Era lo justo.
Algo similar ocurre en la Fórmula 1 o en el motociclismo, donde la parrilla de salida se conforma según los tiempos logrados en las sesiones de cronometraje. Sería inimaginable que, con independencia de su posición en el ranking anual, quien más méritos hubiera hecho se quedase fuera, que no se contase con él, que se le negara la posibilidad de participar. Sin embargo, en el toreo sí que ocurre. Dejando a un lado que el arte y el valor son incuantificables, es evidente que hay matadores que se han hecho acreedores de un puesto a base de exposición, emoción y éxitos. Pero cada vez los logros parecen valer menos en un sistema dominado por los intereses de unos pocos que pasan por encima de lo ganado en el ruedo y de la voluntad de los aficionados.
Después de ser el arrollador de la campaña 2023, Daniel Luque se ha quedado fuera de Olivenza, Castellón y Valencia, las tres primeras ferias de la temporada que a punto está de dar inicio. Más que una injusticia, un pecado contra la tauromaquia, que siempre presumió de poner a cada cual en su lugar. Después de ser el gran triunfador de Madrid en 2023, con la doble Puerta Grande en la Feria de San Isidro y en la Corrida de la Beneficencia, y después de acabar el año con un total de 15 paseíllos con 15 puertas grandes consecutivas, Fernando Adrián se ha quedado fuera de Olivenza y Valencia, y todo indica que tampoco estará en Las Ventas. Injusticia, pecado y atentado contra la tauromaquia.
Se rumorea que el problema ha llegado por la cuestión monetaria. Parece ser que le daban 40.000 euros. El apoderado envidó pidiendo más y perdió el envite contra la empresa. Hay quien cobra seis veces más y en cuatro tardes en Madrid no dio ni una vuelta al ruedo. Puede que tenga que ver con el tirón taquillero, pero no es ético ni moral. Ni es lógico ni bueno que Fernando Adrián no esté anunciado en Madrid. Es indiferente que la culpa sea del empresario o del representante. Lo preocupante es que quien ha hecho más merecimientos para pisar Las Ventas no figure en los carteles y quien se emocionó con su toreo no tenga la posibilidad de volver a verle. Una indecencia para el toreo, que ve como día a día la oligarquía taurina abusa de poder y despilfarra valores sin importarle la justicia ni el futuro.
Cada día tienen menor validez los éxitos. Ya se encargan de ello quienes no les interesa que vayan asomando la cabeza nuevos gallos en un corral que pretenden controlar y dominar. Un abuso que no merecen quienes se ponen delante del toro ni quienes pagan una entrada y que la tauromaquia puede acabar pagando caro.