CAPOTAZO LARGO
Sus Majestades
El Rey Felipe VI estuvo presente en la Corrida de la Prensa de Madrid el pasado 5 de junio. Personalmente me gusta que España cuente con un símbolo desvinculado de la política que represente al país y a sus ciudadanos con independencia de sus gustos y tendencias. También me gustaría que los políticos dejasen de lado sus filias y fobias para apoyar a toda la cultura en un ejercicio de respeto a la libertad; pero eso parece una quimera. Así que la figura del monarca es la idónea para representar a la Nación y para encarnar el nexo entre las instituciones y el pueblo, a quien pertenece la tauromaquia.
Desconozco el grado de afición a los toros de Felipe VI. Su padre y su abuela eran auténticos apasionados por el arte de Cúchares y presumían de ello presenciando cuantos festejos les era posible. También lo es su hermana en grado superlativo, quien, además de acudir a las plazas, asiste a actos culturales taurinos y colabora con diferentes asociaciones y peñas. No hace falta pedirle a su alteza mayor afición, es suficiente con que no se deje contagiar de la moda antitaurina de parte de la clase política y que continúe avalando el toreo y dándole sustento con su comparecencia. Sólo tiene que seguir su instinto para secundar y reafirmar la legalidad y la Constitución.
Don Felipe de Borbón fue recibido con honores y vítores a su llegada al coso de Las Ventas. El saber estar y la buena educación continuaron mientras accedía al Palco Real, desde donde escuchó con total respeto el himno nacional y los vivas hacia su persona. Luego, las actuaciones de Paco Ureña y Borja Jiménez frente a los Victorinos no pudieron tener más verdad. 24.000 almas se emocionaron, valoraron a los toreros y agradecieron la complicidad de la Casa Real. Que busque y que compare, a ver si encuentra algo mejor.
Otra majestad, en este caso del toreo, ha dicho basta, al menos por ahora. Morante arrastra problemas de salud mental desde hace más de una década, tiempo en el que ha protagonizado varias idas y venidas. En 2004 permaneció más de un mes en Miami para realizarse un tratamiento médico de su enfermedad neurológica, que le tuvo retirado de los ruedos desde mayo de ese mismo año. No era una depresión sino un trastorno de despersonalización, “como si uno no fuera uno, que tu cuerpo no es tu cuerpo, y te ves desde fuera”, explicaba el de La Puebla. Padecía miedo a los espacios abiertos y pesadillas, y de aquello nunca ha acabado de restablecerse al 100%.
Se trata de problemas psiquiátricos con episodios de manía, inestabilidad, impulsividad, pérdida de la funcionalidad, desánimo, ansiedad, estrés, tristeza, desinterés, cansancio… Algo tremendamente complejo y serio. No es un simple capricho ni falta de madurez. Y ahora ha comunicado que interrumpe la temporada de forma indefinida pero no definitiva porque no responde a los antidepresivos y además en los últimos días se quedaba sin fuerza y le fallaban las piernas. Es grave, pero hay esperanza de que encuentre la terapia adecuada y acabe sanando. Lo correcto es darle tiempo, el que necesite el paciente y el artista. Hostigarle sería una equivocación.
Por el bien de la Tauromaquia, ojalá vuelvan pronto sus dos majestades, el rey de España y el rey del toreo.