CAPOTAZO LARGO
Sí se puede
Mirar hacia otro lado. Pasar de largo. No meterse en berenjenales. Huir de trabajo, esfuerzo, riesgos y sinsabores. Eso sería lo normal, lo que haríamos la inmensa mayoría, lo lógico. Pero siempre hay alguien a quien le va la marcha, a quien le excitan los retos, que asume desafíos como modo de vida, a quien vencer las dificultades le colma de satisfacción y le da razones para ser feliz. Quien piensa que sí se puede.
Uno de esos osados que se ilusionan liándose en complejidades y resolviéndolas es, sin duda, Edgar Zúñiga “Joselillo de Colombia”, hijo del matador del mismo nombre que fue figura del toreo en su país e impulsor del toreo colombiano. Edgar se hizo torero en España, tierra en la que toreó en su época de novillero y en la que tomó la alternativa. Tierra, también, donde su padre compró un apartamento para disfrutar de sus días de descanso junto a la playa, muy cerquita de Alicante. No es extraño pues, que el maestro conozca a la perfección el ruedo ibérico en general y el alicantino en particular.
Joselillo ya intentó con éxito resucitar la plaza de toros de Cartagena de Indias, un coso que levantó su padre y que, pasado el tiempo, acabó dejado de la mano del taurineo. No miró hacia otro lado. Todo lo contrario, se arremangó y trabajó para convencer a las figuras de que debían anunciarse de nuevo en un recinto olvidado. Su pasión y empeñó acabaron por contagiar a César Rincón, Ponce, El Juli, Manzanares padre… que apostaron por hacer el paseíllo a orillas del mar Caribe para devolverle el esplendor que nunca debió perder.
Ahora la historia se repite, pero a este lado del Atlántico. Desde el apartamento que su padre compró, convertido en su nuevo hogar desde hace poco más de un año, Joselillo casi puede divisar los muros de “La joya levantina”, que así se llama la coqueta plaza de toros del municipio alicantino de Ondara, un espacio vetado para el toreo por los políticos desde hace 20 años. Y el maestro, enamorado de la tauromaquia y rebelado contra las injusticias, ha decidido meterse en berenjenales para recuperar su actividad taurina.
Es cierto que el año pasado se celebró allí un festival benéfico y un festejo del Circuito Autonómico de Novilladas gracias a la intervención de Vicente Barrera, por entonces vicepresidente de la Generalitat y Conseller de Cultura. Pero intentar devolver las corridas de toros dos décadas después de un desierto taurino son palabras mayores.
Sin embargo, nada parece arredrar a Joselillo que no ha pasado de largo, al contrario, se ha esforzado, ha asumido riesgos y posibles sinsabores, y ha confeccionado, no uno, sino dos carteles de máximo interés y originalidad para que en Ondara acabe sucediendo lo que en Cartagena. El primero anuncia a Ureña, Calita, Borja Jiménez y el debut de luces del novillero Luis Pizarro con astados del El Pilar el próximo sábado 7 de junio. El segundo será el 9 de agosto, con Talavante, Rufo, Marco Pérez y la divisa de Luis Algarra. Que se llenaran los tendidos sería el mejor reconocimiento hacia el empeño del maestro y el mejor argumento contra políticos sectarios, opresores y totalitarios. ¿Se puede? Sí se puede.