La feria de las oportunidades

Undécima de la feria de San Isidro, colgado el cartel de no billetes y tercer festejo que nos regaló el bombo, emparejando a Enrique Ponce y al hierro de Juan Pedro Domecq. Cosas del infortunio, tras la cogida de Ponce en Valencia le sustituyó El Juli. Completaban la terna Paco Ureña y al confirmante David de Miranda, un diestro que cual Ave Fénix, renació de las cenizas de la cogida tremenda que sufrió en la localidad zamorana de Toro allá por el mes de agosto de 2017.

Luchó para volver a ser persona en primer lugar, pues hasta el caminar peligró y después para retomar su prometedora carrera como matador de toros el pasado año en su Huelva natal, esa carrera que alumbró de la mano de José Tomás allá por 2016. "Despreciado", un ejemplar de 605 kilogramos de Domecq, que no hizo honor a su nombre, le cambió transmisión, emoción y nobleza, por valor, con un espectacular inicio en los medios, firmeza con la muleta y un registro amplio por los dos pitones, rematando con un espectacular estoconazo que dignificó la muerte del animal.

Una tarde plena de sentimiento, con la vuelta de Paco Ureña, auténtica debilidad de Madrid, que lo tuvo en su segundo, una faena cocinada a fuego lento con su mano izquierda frente a un toro de fea y brusca embestida, pero que el murciano ahormó con la misma verdad y humildad con la que se pasea por la vida.

Decía el eslogan de la feria que esta era la feria de las oportunidades y a fe que David de Miranda la ha aprovechado con el vértigo que produce el abismo de verse apartado de aquello que le daba la vida, el toro. Que esta oportunidad sea la primera de muchas otras que sirvan para renovar un escalafón que necesita con urgencias a muchos David de Mirandas.

¿El detallazo? En un tercio de feria llevamos tantas puertas grandes como en todo San Isidro del pasado año, tres. A ver si el bombo va a funcionar...