¿Nos engañan o nos engañamos?

A 25 de junio, la temporada de los festejos taurinos populares adquiere esa elevada velocidad de crucero que ya no abandonará hasta pasado el mes de octubre.

Centenares de municipios y festejos nos ofrecen rematados carteles que anuncian las más variopintas, afamadas y prestigiosas ganaderías de la cabaña brava española.

Miles de aficionados, asociaciones, comisiones y peñas taurinas depositan enormes cantidades de dinero en la ilusión de ver la exhibición de un astado de determinada ganadería en su municipio, pero que por el contrario, no es garantía de éxito ni de la integridad del animal.

Sin ir más lejos, este fin de semana y sin salir de la Comunidad Valenciana, nos encontramos hasta con tres toros marcados con hierros ilustres que exhibieron grabes deficiencias (físicas y visuales). Tal es el grado de merma que padecieron estos que no he podido hacer caso omiso, viéndome obligado escribir sobre esta lacra que llena semana tras semana las calles de nuestros festejos taurinos populares.

Ni el alto nivel de exigencia de los aficionados, ni la presencia de los veterinarios frenan este perjuicio taurino que beneficia a ciertos ganaderos y da solera a unos mediocres carteles.

Al mismo tiempo, en la calle nos deberíamos hacer la más sincera reflexión en cuanto a si nos engañan o nos engañamos.