JOSE LUIS RODRIGUEZ

Los vencejos

viernes, 9 de abril de 2021 · 07:45

Los inviernos, a medida que voy sumando años, se me hacen más largos y crudos. Me aburre ver árboles desnudos y mudos, sin rumor de vida alguna. La llegada de esta primavera ha sido para mí gozosa. Tuve que afrontar, antes de esta apertura al buen tiempo, diversas intervenciones quirúrgicas y, donde vivo, las nieblas se anclan al suelo haciendo de la superficie un fondo frío, húmedo y borroso.

Por fin, pues, comenzaron los días luminosos; se vistieron de esperanza los árboles de la ribera del río Segre y los rosales de los Campos Elíseos, cuando escribo, ya están llenos de pequeños capullos que se abrirán cuando se publique este modesto artículo.

Hace muy poco que los verdecillos se desgañitan en las ramas de los alisos y los gorriones se persiguen atolondradamente, se les nota la tontuna del amor  y se pondrán a la tarea de hacer los nidos. Noto que a mi alrededor no hay tiempo que perder.

Estoy sentado en un banco, en el parque, y veo como desde un seto sale dando saltitos un mirlo negro, negro como el alquitrán. Intuyo presume de pico color de dátil. Los otros picos que por aquí se dejan ver son grises, blancuzcos, oscuros, pero ninguno de su color. El mirlo se me acerca tanto que imagino me va a picotear los zapatos; pero no, su intención fue dar la vuelta al banco y salir volando hacia un ciprés. Pienso, no sé porqué, en la distancia entre la mente de las aves y la nuestra.

Abro el diario, que compré en el quiosco (ya somos pocos los que leemos la prensa en papel), y me entero de que estamos viviendo el 2021 dedicado al vencejo común. Parece que disminuyen estas “tijeras voladoras”. Leo con atención la información y comprendo que este pájaro (gran consumidor de insectos), tiene un competidor arrollador, el hombre, que con el uso y, quizá el abuso, de insecticidas y plaguicidas, logra el masivo envenenamiento de la despensa de los pájaros.

Los vencejos son insectívoros letales por las alturas, que las recorren con raudas pasadas de “avión de caza,” con el pico y la boca abiertos y resultan ser los más perjudicados.

Este pájaro, como hacen los ciclistas en las largas etapas, come sin detenerse. Supera a los corredores porque puede vivir meses volando sin posarse.

Tan vigoroso pájaro tiene algo de escualo en el océano celeste; no puede estar quieto.

Tengo comprobado que hay personas que lo confunden  con las golondrinas, pero si un día tienes ocasión de mostrarles cómo vuelan, chillan, se meten y salen de donde anidan, desde entonces lo distinguen.

Los vencejos se encuentran bien en las ciudades y en los pueblos si los edificios les ofrecen aberturas, agujeros, oquedades, pero paulatinamente la construcción se ha ido haciendo más hermética y los vencejos se encuentran ahora ante espejos que les devuelven la imagen sin resquicio en los que poder penetrar y acomodar el nido. Algunos quizá ya no vuelvan a la ciudad en la que nacieron porque taponaron los respiraderos bajo cubierta, colocaron rejillas, variaron el sistema de ventilación...

Correrán mejor suerte los vencejos que desenvuelven  la vida en el campo donde sigue habiendo desmontes, ribazos, taludes, trincheras, etc., desniveles terrizos en los que poder perforar, nidificar y salir de ellos volando al vacío, pues siendo como son tan prodigiosos en el aire son torpes en el suelo horizontal.

Desconozco si saben los naturalistas qué hacen los vencejos volando de noche por encima de las nubes, pero no descartaría que con las guadañas de sus alas se ocuparán a segara los destellos de las estrellas...

Está bien que se hable de una avecilla tan eficiente que aunque no posee  el canto melodioso, tiene la voz que se ajusta a las jornadas rusientes del estío ibérico, ferragosto en el que chirría la cigarra y nos dormimos cuando cesa el canto del grillo.

El vencejo, desde el aire, nos hace audible la vibración de la atmósfera solar.

Hace tiempo, en pleno verano, recibimos la visita de un pariente que se ausentó de España siendo joven. Vivía en Canadá. Salimos por la tarde a pasear y al ver como volaban y chillaban  estas aves nos dijo:  ¡Cuán chillan estos vencejos!

 

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