JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ

Una década

sábado, 25 de septiembre de 2021 · 09:02

Si no hubiera estado presente en la última corrida celebrada en la Plaza Monumental de Barcelona, el día 25 de septiembre de 2011, quizá no me sentiría tan concernido a escribir este artículo.  Fui testigo de la gran ofensa perpetrada contra uno de los bienes del patrimonio cultural de España. Hoy debo recordarlo.

Aquello fue un atropello.

Tuve el honor, después, entre otros muchos catalanes, de recoger firmas (600.000) para que se anulara la ley prohibitiva del Parlament de Catalunya, que fue promovida por quienes, oh!, paradoja,  se les llena la boca reclamando contra la opresión.

Mi dolor no pude ofender a nadie.

La ley que interdictó los toros en Cataluña fue anulada por el Tribunal Constitucional. Después se han promulgado normas que blindaron la celebración de corridas y también se han dictado sentencias, por los órganos jurisdiccionales, estableciendo jurisprudencia sobre el respeto que deben las autoridades autonómicas y locales en la protección y el fomento de la tauromaquia.

Y mi dolor tampoco debe sorprender a los políticos prohibicionistas porque ellos no se atrevieron contra  “els bous al carrer.” Contradicción tan injusta como irritante que evidenció la artimaña leguleya.

Fue desde ese dolor con el que recogimos miles y miles de firmas.

El mismo que siento cuando han transcurrido 10 años sin toros en Barcelona.

Que nadie se llame a engaño. La celebración de festejos taurinos contribuirían a alcanzar parte de la añorada cordialidad social perdida.

 

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