JUAN ORTEGA
Una temporada para disipar dudas
Antes de que comenzara su temporada en Valdemorillo, un comentario era común en los corrillos de aficionados y en los ambientes taurinos, lo trascendental e importante que era la campaña para Juan Ortega, lo mucho que se jugaba el diestro sevillano este año 2023. Una vez concluida la temporada el pasado sábado en Jaén se puede afirmar con claridad que Juan Ortega no solamente ha mantenido su buen cartel en muchas plazas sino que lo ha acrecentado. Todo ello gracias a una campaña plagada de triunfos y, lo que es fundamental en este torero, de faenas para el recuerdo.
Aunque el toreo no es para nada un tema de cifras y estadísticas, y menos aún en un espada con el concepto clásico y puro del toreo de Juan Ortega, muchas han sido las tardes que en 2023 han culminado con la salida a hombros del matador trianero: Valdemorillo, Málaga, Granada, Torrejón de Ardoz, Santander, Antequera, Valladolid, Úbeda o Jaén, entre otras. Por encima de los números, Juan Ortega ha cuajado actuaciones de ésas que se quedan grabadas en el interior del aficionado, por el clasicismo, la verdad, la torería, la naturalidad…cualidades que no abundan, por desgracia, entre los que se enfundan el chispeante en la actualidad. Más bien todo lo contrario, obligados por un sistema que quiere y busca el triunfo rápido y fácil, que etiqueta y califica a los toreros según estas reglas estipuladas y que en muchos casos está ayuno de paciencia. Ese triunfo al cual nos referimos se puede lograr con relativa facilidad, lo complicado es hacerlo con una personalidad y un sello diferentes, que marca distancias con lo habitual y lo rutinario, y que además consigue permanecer vivo en la mente y en el alma de los que han tenido la fortuna de presenciarlo.
El toreo de siempre, el toreo eterno, el que no atiende a las modas del momento, tiene a Juan Ortega como uno de sus más claros intérpretes. Un toreo de cante grande, que trasciende, que ahonda y rebusca en los rincones escondidos del artista, que duele y vacía por dentro al que lo ejecuta y al que lo contempla, en el que cada lance o cada muletazo tiene un sentido y un mensaje.