RICARDO DÍAZ.MANRESA
La sevillanitis
Los dos públicos que quedan, o quedaban, Sevilla y Madrid, llevan un tiempo rebajando su personalidad, su equilibrio, su exigencia, su objetividad, su justicia. A la espera de San Isidro para ver si continúa la tendencia, remite o progresa, que es cuando se nota, analicemos el público de la de abril 2024, mediada la feria, que supongo será una postura hasta el final.
Se incrementa la sevillanitis. Y ya saben que lo que termina en itis es sinónimo de hinchazón o exageración. Para bien o para mal. Y en Sevilla además, y esto nunca lo han ocultado, son más de los suyos que en cualquier otra plaza de primera.
Me equivoqué escribiendo que, como a Sevilla la maquillaban mucho, no se iba a ver cemento, o muy poco cemento, porque la feria estaba bien hecha para el gran público, que es el que llena la Maestranza y El Real. Pero se ha visto también cemento en días de farolillos. Lo que significa que la Maestranza va más, y decididamente, a los toreros que a los toros. Voy a los toreros cuando siempre se ha dicho voy a los toros. Y a los toreros en dos circunstancias nada más: cuando el cartel es rematado y, cuando rematado, además van los toreros o sevillanos o del gusto de la tierra. Se ve todavía más claro en el 24.
Público exagerado en lo bueno y en lo malo. Y más este abril donde están sucediendo muchas cosas buenas en la plaza, más de lo habitual y por encima de lo normal y, por tanto, hay muchas orejas y una buena cantidad de toros buenos, algunos de vuelta.
Pero hay que ser objetivos y las dos mejores faenas fueron premiadas justa y en su medida con dos orejas.
Bien es verdad que la sevillanitis se ha visto este año sobre todo para hinchar o exagerar algunas cosas buenas, incluso para valorarlas como excepcionales. Y aquí con dos puntualizaciones: manos con flojera para sacar pañuelos pidiendo orejas y manos con flojera de algunos presidentes entusiastas que se suman a las locuras o exageraciones del público. La sevillanitis empieza en el tendido, se contagia al palco y termina en él.
Y después vienen algunos medios informativos que se suman al entusiasmo y no ponen las cosas en su sitio, con lo cual la bola de los triunfos calificados de increíbles cada día crece más. Y lo que queda.
Y ha habido concesión facilita alguna vez de dos orejas e incluso alguna puerta que algunos guasones o muy exigentes la han llamado Puerta del Principín.
Malo o injusto ha habido mucho menos pero también exagerado, con sevillanitis, sobre todo si era torero importante y no caía bien. Hasta la música que en Sevilla manda y no el presi como en Bilbao o el público que la exige cuando quiere en las demás plazas, está tocada también por la sevillanitis. Toca cuando quiere, el tiempo que quiere y a quien quiere
Los tiempos cambian y la sociedad está como está.
¿Qué queremos: que todo vaya bien en los toros?
Pues sevillanitis y que se quede ahí.