Octavio Chacón, un torero

No sólo fue cuestión de oficio, sino que se mostró poderoso y con transparente torería. Como el más idóneo para dar cuenta de las buenas embestidas del toro que fue excepción en la durísima, complicada y mansa, corrida de Saltillo lidiada en la pasada Feria de San Isidro. Lo que hizo fue sencillamente torear. Torear hondo y templado con trazos acompasados, sumamente flexibles al tiempo, con los que dejó traslucir la vitalidad de quien quiso de nuevo reivindicar el puesto que le corresponde en el toreo actual.

Y convenció exhibiendo el lado más creativo de un consolidado y buen concepto  magistralmente mostrado. Un toreo apasionado, profundo y expresivo, que, con talento, aplicó a su obra con especial acierto. Mente clara para mandar en la noble y encastada embestida. Inteligencia, valor, depurada técnica y exquisito oficio, para poderle a las dificultades de la mansedumbre de su segundo toro saliendo, después, vencedor de la complicada lidia.

Le viene bien al toreo que un veterano torero, curtido en mil batallas, se convierta en un nuevo deseado de la afición. Que su tauromaquia comience a respirar el aroma de lo trascendental. Quizá porque lo trascendental, que es el significado más elevado de lo que se hace en el ruedo, comienza a interesar.

Ahora, que su lucha responsable hecha toreo surgió crecida sobre la tierra de Las Ventas convertida en perfecto triangulo conformado por él, el toro y el público, provocando sensaciones transfiguradas en emoción y goce al sentirse arriba lo que se hacía bajo, tenga también el reconocimiento empresarial que merece tal hallazgo.         

Habría que preguntarse qué misterios tiene el toreo para que una plaza descubriera en una tarde a quien lleva muchas tardes, muchos años, más de una década de alternativa, diciendo por los ruedos de España, Francia y América qué clase de torero es. Que Madrid se fijase en él, en estos tiempos de descrédito más que de crédito, pese a la imperdonable y funesta decisión de un presidente que minimizó su toreo premiando con la vuelta al ruedo a un toro de sólo palmas en su arrastre, fue su mayor logro. Es de suponer que lo hecho y dicho por Octavio Chacón en Las Ventas tenga continuidad el próximo domingo en esa misma plaza. Será, entonces, la tarde más importante de su vida.