OPINIÓN

Un alcalde con ganas de liarla

miércoles, 27 de junio de 2018 · 00:00

La condición violenta y provocadora de los antitaurinos ha vuelto a desafiar al mundo del toro. No hace más de veinte días esa violencia latente, que se arremolina bajo la piel de los animalistas, se mostró en los corrales del Gas de Pamplona a modo de incendio, causando daños materiales y dejando la muestra de su paso con pintadas por el recinto con las que revelaron su verdadero yo. Agresivos, y cada vez más radicales en sus obsesionados objetivos, emergieron, otra vez, con la fuerza de la sinrazón.

Como también brotaron las absurdas declaraciones del alcalde de Pamplona, Joseba Asirón, con las que dejó caer  “la posibilidad, a medio plazo, de celebrar los Sanfermines con sus populares encierros, pero no con corridas de toros”. Defendiendo así la pervivencia de las carreras de los toros por las calles de la capital navarra, pero dando por seguro, de cara al futuro, que “nadie imagina un ocio basado en el sufrimiento animal”.     

Con lo manifestado por quien en poco días, en la festividad del patrón de la ciudad, se sentará en el palco del coso pamplonica para presidir, vestido de levita y tocado con la tradicional chistera, la corrida de toros que quiere prohibir, se está alcanzando la posición liminar. Se está al límite de las provocaciones. Y es que lo sórdido de estas conductas. Lo envilecido. La sinrazón en la deformación de lo declarado, o la intervención sin sentido de estos políticos populistas y radicales, que van por el camino contrario, debe seguir agitando conciencias y recursos a modo de evitar males mayores. A no dejar de replantearse la gravedad del problema. A prestarle la necesaria atención a una cuestión que comenzó con protestas y continua con violencia. A la insignificancia de cuatro gritos insultantes delante de las más importantes plazas de toros de España en las tardes de corridas, convertidos en peligro del absurdo de un alcalde con ganas de liarla.

Es escandalosa la proliferación de oportunistas que, amparados en el antitaurinismo de moda, siguen declarando guerra abierta al toreo. Políticos que se nutren del animalismo progre enmascarándolo con un inexistente calado moral. El ataque continua insidioso e imparable. ¡Qué aburrido!

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