Cortar de raíz

Ahí siguen, provocando, con debates oportunistas extraños y discordantes sin un puto código de coherencia. Aunque lo que fastidia de verdad son las mentiras que desmoronan certezas. Esa pesadilla de lo ilógico con la que uno se siente siempre acechado y, sobre todo, víctima propicia de la falsa libertad. Esa libertad incongruente y demagógica que utilizan los políticos agrupados en la más radical y extrema izquierda.

Siguen queriendo aniquilar, prohibir, cortar de raíz el toreo. Ahora con “avisos” para hacer tambalear su supervivencia. Y lo seguirán atacando con huecos argumentos animalistas mientras permanecen al acecho para, que en el mínimo desliz, darle un nuevo zarpazo. Aunque parece ocurrir que, llegado el momento, su oportunismo falla y un atisbo de tranquilidad vuelve a imperar.

En tan solo veinticuatros horas de diferencia el Parlamento Andaluz y la Asamblea de Madrid, tumbaron las proposiciones de ley presentadas por Podemos con las que pretendían tomar el pelo a las mayorías jugando con los reflujos de las minorías. Con las que intentaban prohibir la entrada de los jóvenes menores de 18 años a las plazas de toros de la Comunidad de Madrid y, de forma similar, prohibir la práctica del toreo a los jóvenes de Andalucía que sueñan con él, impidiéndoles entrenamientos a puerta cerrada con reses de lidia, festejos y clases prácticas organizados por las escuelas taurinas.

Ya lo ven, proponen en nombre de la razón porque disponen de la fórmula para salvarnos: prohibir. Su única obsesión. Y allí estuvieron, en sus respectivos Parlamentos, echándoles horas al debate. Pretendiendo ser la expresión de nuestras conciencias. Y así seguirán, engreídos, pese al fracaso de sus intenciones, menospreciando la opinión de los que pensamos de manera diferente.

Queda otra historia. La entrega de la RTVE a estos antitaurinos abolicionistas de “pro”. El obligado peaje que ha tenido que pagar quien ha conseguido ser presidente del Gobierno de la Nación gracias al voto pactado con estos radicales populistas. Carísimo tributo que acabará aniquilando cualquier resquicio de actividad taurina en la radio y la televisión pública española. Una forma de contentar interesada y extremadamente caciquil. ¡Qué triste!