OPINIÓN

José Tomás, la desesperante pureza

miércoles, 4 de julio de 2018 · 18:50

La sinceridad de su toreo levantó el clamor desde el inicio. Se sintió en el alma la lentitud pasmosa de un capote sublime. Y así, uno acabó rindiéndose ante tanto derroche de verdad. Ante esa pureza desesperante e inacabable del trazo de un natural. Ante el impacto que produce en la gente una tauromaquia tan distinta a lo habitual. Y todo, entre el goce y el valor. Bendito sea la magia y la majestuosidad de su toreo. El hieratismo y la belleza en el concepto de este ser, extraordinario por definición, que le convierte en excepcional.

Pureza en una lidia de argumentos sólidos y convincentes, esclarecedores e impactantes, prodigiosos, inverosímiles y placenteros, que se escapan de la monótona cotidianidad de tantas tardes de toros. El cuerpo, la colocación, el gesto, la expresión, la manera con la que dejó su mensaje. Todo fue diferente en quien provocó la conmoción en los tendidos. En quien llenó a rebosar el coso de Las Palomas para hacer histórica la Feria Taurina de Algeciras 2018. En quien hizo pasional su tauromaquia con el toro de hoy. Ni menos, ni más. Con el mismo que lidian los que arriba están y dicen mandar. El toro de nobilísima embestida y disminuida casta. El escogido para la ocasión, esta vez sí, con su punto de seriedad y presencia.

Que no sea esta la única vez que el torero de Galapagar promueve tan emotivo encuentro con la gente. Con el que se mostró motivado y capaz de sugerir incontables secuencias emocionales. El diestro madrileño volvió para hacer historia -con la ayuda de un Miguel Ángel Perera inconmensurable- de una plaza y una ciudad, enormemente beneficiada por su presencia, aferradas al triunfo antes soñado, y dispuestas a elevar al ídolo a las alturas tras la recreación del mito en la verdad de su lidia.

En suma, José Tomás ha vuelto por un día. Quién sabe si habrá otro más. Lo hecho en la plaza sigue siendo convincente. Incluso con sus toros “debajo del brazo”. Y es ahí donde puede estar la fisura por donde se escape el verdadero núcleo de su historia. Porque mientras él aporta emoción, el toro la quita. Por consiguiente, sigue imponiéndose la búsqueda que integre, en perfecto equilibrio, trapío y bravura. Porque no hay nada más determinante que el toro. El necesario para que, con su exclusivo toreo, le convierta en leyenda.

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