MANUEL VIERA

Mientras el presente pasa a ser futuro

Trascendental sería que empresas, toreros y ganaderos consiguieran devolver el esplendor al espectáculo taurino
miércoles, 9 de enero de 2019 · 09:00

Iniciado el nuevo año se hace obligatorio desear buenos presagios para el toreo en la temporada que se acerca. Tiempo es, por tanto, de hacer la preceptiva llamada de atención a políticos y profesionales del toro, ahora, cuando más necesario resulta poner en valor los festejos taurinos. Así que, mientras el presente pasa a ser futuro, sería deseable la voluntad real para solucionar los problemas de la Fiesta y apostar, sin ningún temor a perder, por su viabilidad económica. Que los diferentes sectores del toreo converjan en la coherencia que ha de encontrar la solución inexcusable a las muchas cuestiones pendientes, Y que la declaración de intenciones no se convierta, otro año más, en absurdo contenido insustancial. Que, entre unos y otros, acordaran la urgente reforma de la economía del toro y la necesaria, y justa, adecuación de los honorarios de las figuras y los que no lo son.

Que lo considerado por el Tribunal Constitucional sobre la triste “ley balear” fuese respetado por políticos y taurinos y las corridas de toros volvieran a las islas para ser vistas y gozadas por los que le cercenaron su libertad. Y, además, que los máximos responsables de la seguridad ciudadana contrarrestasen la provocación, camuflada en legítima manifestación antitaurina, de los que atentan contra la libertad de aficionados y profesionales del toro vulnerando aspectos esenciales de derecho, evitando desagradables encuentros a las puertas de las plazas de toros en tardes de corrida.

Sería esencial que el toro, que volverá a constituirse en elemento clave, singular y emblemático del rito en la plaza, con la seriedad de su anatomía y el entusiasmo que provoca en el espectador la casta y la bravura, sea el adecuado para potenciar un espectáculo falto de calado emocional. Y hasta sería bueno que el Consejo de Administración de RTVE olvidase algunas “consignas políticas” y tomase en cuenta la demanda de espectadores que piden no se les siga negando el derecho a presenciar una corrida de toros transmitida por la televisión pública.

Trascendental sería que empresas, toreros y ganaderos consiguieran devolver el esplendor al espectáculo taurino. Que los llenos en los tendidos sea característica habitual en cada una de las tardes de los ciclos de ferias. Porque si el abonado, componente conceptual que sustenta la Fiesta, sigue abandonando los tendidos, tal vez el futuro deje de tener sentido. 

 

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