MANUEL VIERA

Ángel Jiménez, merecido lo tiene

Quiero recordar como el misterio y la magia del toreo se manifestaron en la tauromaquia de Ángel Jiménez aquel día del Corpus en la plaza de toros de Sevilla
miércoles, 13 de febrero de 2019 · 06:42

Tiene los argumentos necesarios para la credibilidad de su toreo. La elegancia, la sensibilidad y la delicadeza de su concepto ilustran unas formas distintas a la habituales. En época en las que todos se parecen, y pocos se diferencian, él, hace y dice el toreo con una belleza natural que lo diferencia de lo cotidiano. Y eso gusta. Y asombra por la cadencia y la despaciosidad del trazo. Una lidia para gozar. Un concepto, con el que lleva a cabo su verdadera creación, en la que la belleza se convierte en emoción.

De esta manera toreó en la Maestranza el pasado mes mayo. Lo hizo muy despacio. Muy agitanado con el capote. Muy templado e hilvanado con la muleta. Y lo mostró con unas maneras desacostumbradas. Con una lentitud pasmosa. Con un depurado argumento y una ambición sin límites. Muletazos colmados de expresión, de dulzura en el trazo y arrebato en los de pecho. Una brisa de aire fresco con la que aireó los tendidos en aquella aletargada tarde de primavera. Una manera de evocar un toreo ausente en muchas funciones de toros.

Quiero recordar como el misterio y la magia del toreo se manifestaron en la tauromaquia de Ángel Jiménez aquel día del Corpus en la plaza de toros de Sevilla. Quizá fuese lo mejor de la programación de novilladas de abono en la temporada de 2018. Resultó, cuanto menos, peculiar comprobar el abismo que se vislumbró entre lo natural y lo artificial. Lo primero fascina. Lo segundo adormece. Así que ningún alma sensible permaneció ajena a la expresividad. A la reveladora variante de una lidia tan emotiva como inusual.

Tal vez por esto no sería descabellado considerar que lo realizado por el novillero ecijano en sus dos comparecencias en la Maestranza fue toda una reivindicación. Un grito de atención. Un triunfo crucial para optar a la alternativa en su plaza de Sevilla. A entrar en ese mundo confuso donde tanto les cuesta encontrar acomodo a toreros con fundamento. Un síntoma y causa para hacerse matador de toros en la próxima Feria de Abril tras sumar ocho temporadas como novillero. Sería de justicia. Merecido lo tiene.   

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