MANUEL VIERA

Se ha hecho un torero importante

Sin duda, la tarde del pasado sábado, la plaza de toros de Valencia fue lugar obligado para la emoción. La heroicidad de otros días pareció convertirse en naturalidad cuando no existía otra forma de mostrarla
miércoles, 20 de marzo de 2019 · 08:00

Fue la tarde de alimento suficiente para satisfacer el hambre. Hambre de verdad por un toreo que osciló entre los ceñidos lances de un quite por gaoneras y la serena pureza del natural. Un toreo que fue apareciendo como fogonazos intensos durante la lidia. Un toreo con el que documentó con sinceridad y nitidez las bases de su concepto. Y antes los ojos el valor, hecho única verdad, para absorber esencias y plasmar naturales con los que apartó a un lado la complacencia para adquirir la verdadera excelencia. Y así fue dejando claro de qué fuente bebe cuando la creación llega. Agua clara. Clarísima.

Su presente está ebrio de toreo. De purismo desesperante en la ajustada gaonera. Del valor que aflora con toda la esencia de una lidia fascinante. De quietud consciente que viola la norma para teñir de épica la obra. Se ha hecho un torero importante. Un modelo de entrega en el ruedo. Un referente del valor. Un símbolo del héroe en la plaza. Su vuelta en Valencia resumió la importancia de su tauromaquia y, a la vez, configuró su ansiada recuperación.

Sin duda, la tarde del pasado sábado, la plaza de toros de Valencia fue lugar obligado para la emoción. La heroicidad de otros días pareció convertirse en naturalidad cuando no existía otra forma de mostrarla. Naturalidad para dotar de argumento un toreo que alcanzó su epicentro en la equilibrada simbiosis de unos ajustadísimos lances y la peculiaridad de unos naturales de reconocible y diferencial factura. Con ambas muestras ofreció las claves necesarias para la confección de una faena rebosante de emociones.

Volvió para sublimar la lidia con sólido soporte emocional. Lo hizo con el alma rota y el sentimiento hecho toreo. Toreo que seguirá fresco en la memoria porque fue más allá de la realidad inmediata de una fallida Puerta Grande por culpa de una espada. Porque todo cuanto hizo encontró el deleite en los tendidos. Hubo mucho para disfrutar. Lo visto mereció degustarse con detenimiento. Los argumentos expuestos fueron glosas improvisadas para hacer de su tauromaquia parte consustancial de la vida. Paco Ureña volvió para definir por exceso su toreo. Para iluminar su futuro.   

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