Vuelven a suprimir la libertad

Bien es cierto que los toros vuelven al Coliseo Balear tras un año completo de ausencia, y una vez que el Tribunal Constitucional anuló, no al completo, en el pasado diciembre, esa nefasta ley de “toros a la balear” con la que el gobierno de las islas multiplicaba los ataques a la totalidad cultural de la Fiesta, falseando la lidia y el rito en la plaza. Así que la Casa Matilla conmemorará el noventa aniversario del coso mallorquín con la celebración, el próximo día 9 de agosto, de una corrida extraordinaria, con ocho toros de Juan Pedro Domecq y los diestros Morante, El Juli, Manzanares y Roca Rey. Todo un acontecimiento.

Más allá de lo evidente, lo lamentablemente legislado y no anulado, vuelve a suprimir libertades con ese toque de caciquismo de quienes, con deplorable decisión, cierran el toreo a los menores de 18 años utilizando esa voluntad, que solo usa la radicalidad de la nueva izquierda, para ilegalizar lo legal con la posición dominante que les da el mando. Actitudes mezquinas que hacen dudar de la necesidad de organizar tan magno acontecimiento desprovisto de libertad.

No sé si la Fundación Toro de Lidia ha sopesado con todas sus consecuencias la vuelta de las corridas de toros a las Baleares sometidas a la ley del deseo y al populismo que las amordaza. Prohibiciones con los que inciden en los modos de ataque a la libertad, o, si lo prefieren, a la forma escrupulosa, maniática u obsesiva de erradicar. Y lo hacen con entrega absoluta a la locura de impedir. Determinante manera de legislar de una izquierda populachera en su ambición de exterminar con ansia de relevancia social.

Tal vez seguirán dándole estocadas en los bajos a una Fiesta en la que sólo se palpan conatos de resistencia. Ilusionantes destellos de que todo puede cambiar: Llamas vacilantes que al poco se extinguen. Y así nos va.