GALLEANDO

Recuperar las novilladas, y los novilleros

miércoles, 9 de diciembre de 2020 · 07:01

Se ha escrito, y dicho, mucho sobre el gran problema que supone la decadencia de las novilladas picadas. Unos festejos en declive durante los últimos años que se ha agudizado en esta fatídica temporada de 2020. Un asunto que adquiere protagonismo en la actual crisis que sufre el toreo. Lo cierto es que la falta de novilladas con caballos puede ser percibida como una ruina para un sector que no es capaz de recuperar un espectáculo vital para el futuro de la tauromaquia.

No ha sido, desde luego, un año propicio para su celebración. La contundente reducción de festejos, a causa de las medidas sanitarias impuestas con motivo de la pandemia, ha obligado a la suspensión de los grandes ciclos donde aún tienen sitio estos festejos menores. Más allá de la evidencia, sólo 14 novilladas se han celebrado en el año que acaba. Y como consecuencia de tan raquítico número muy pocos privilegiados han podido vestir el traje de luces. Una eterna lista, de un largo escalafón, se ha rellenado con los nombres de quienes no han encontrado acomodo.

Jóvenes que conviven henchidos de impotencia con la dura realidad. Gente que viven el desencanto frente a la falsedad de una política de intereses que denota el alto precio que estos soñadores del toreo tienen que pagar a la utopía. Novilleros, sin novillos que torear, que subsisten en ámbitos cerrados e inaccesibles que son como prisión. Agotados al ver como todos sus deseos se convierten en ilusorio espejismo.

“Estoy listo para irme o para que me echen de allí”. Me lo espetó un exasperado novillero antes de partir para México con sólo una mochila de ilusiones a modo de equipaje. Una afirmación a la vez esperanzada y anhelante. Historias que empiezan y, quizá, se quedan sin final.

En esta época tan denostada como caótica. Tan apegada al vitalismo desesperado de unos jóvenes, metidos en un balbuceo existencial confuso de decisiones, que no alcanzan a explicarse la raíz de sus angustias. En esta situación tan delicada en la que se encuentra todo el toreo, nada evitará la permanencia de este problema si no se solucionan los por qué que lo causa. El rumbo puede cambiarse. Y al cambiarlo, cambiará la realidad.

 

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