MANUEL VIERA

De bruces con la realidad

miércoles, 15 de abril de 2020 · 07:09

Está cerrada a cal y canto. Desierta. Sin toros en los chiqueros. Vacío el pequeño túnel del patio de cuadrillas. Los rayos de sol siguen atravesando limpiamente las bocanas de los tendidos altos iluminando las gradas. Su belleza deslumbrante se conserva intacta. Ni siquiera solitaria y muda pierde su capacidad de seducción. El chirrido de los vencejos sirve únicamente para acrecentar su soledad. Sólo el tiempo conserva los ecos de triunfos sin triunfos posibles que se le acerquen. Pasó el Domingo de Resurrección sin bullas en tus tendidos, Maestranza. Y serás testigo obligado del lento pasar de los días en el más absoluto de los silencios. ¡Qué tristeza!

Por más que nos desconcierte esta es, y seguirá siendo, la realidad. La realidad de la plaza de toros de Sevilla y de todos los cosos de España. Quizá, con optimismo y un esfuerzo por la ilusión, podría establecerse septiembre en ligera esperanza. Pero cualquier análisis severo sobre los efectos de esta pandemia convertida en drama obligará a darnos de bruces con la auténtica verdad.

Es un hecho que la temporada taurina se da por perdida. Lo incuestionable de la frase no impide que surja la posibilidad de organizar algún festejo en los meses finales del calendario, aunque con dudosa sostenibilidad. Porque acudir a las plazas, o a cualquier espectáculo de masas si permitido está, el miedo, que se mostrará con total radicalidad, lo impedirá. Las taquillas semivacías será otro de los impertinentes añadidos al brutal problema, y complicada situación, que sufren las familias de miles de profesionales del toreo por este parón de su actividad.

Habrá que esperar a 2021 para que las aguas vuelvan a su cauce. Las corridas de toros a su celebración habitual, los espectadores a su afición volviendo a llenar tendidos y andanadas, y ganaderos, toreros, cuadrillas, sobre todo, y demás componentes del entramado taurino, a empezar a contabilizar ingresos para paliar las grandes pérdidas económicas sufridas. Todo ello con el empuje de todas las partes que conforman el sector. Urge la unión sin tapujos. Buscar soluciones con intereses comunes y no partidistas o particulares. Aprovechen para iniciar la reestructuración que necesita la Fiesta. Hay que poderle definitivamente a esta trágica situación. Dada las circunstancias es lo mejor que pueden ir haciendo antes de ponerse a esperar la utopía. Las ayudas estatales. Si no, todo lo posible se volverá imposible.

 

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