MANUEL VIERA
Un fogonazo de futuro
A veces, uno no es consciente del riesgo que suele ir unido al hecho de escribir sobre el futuro del toreo. Con todo, lo último presenciado el pasado fin de semana evoca al optimismo. Lo ocurrido, en una treintena de ciudades españolas, es el inicio de un proceso, quizá, largo pero muy valioso en el peor momento del devenir de la Fiesta. Un hecho que ha de cristalizar de manera notable la idea central del profesionalismo taurino: hacer frente, todos unidos, a la injusticia atroz que la Administración Central comete contra la Tauromaquia.
Es posible, y muchos lo creerán, que de poco servirán los masivos “paseos” ante la incompetencia irrisoria, o el implícito desprecio por los toros, del más que demostrado antitaurino Gobierno de la nación. Pero lo cierto es que el toreo ha levantado la cabeza con orgullo y ha emprendido la marcha adelante, comedido en la protesta, y con grandes concentraciones que habrían de provocar algunas decisiones concluyentes de los responsables políticos.
Políticos, de distintas siglas, que han ido dejando atrás, sin contemplaciones, a una de las culturas más arraigadas de España, con un bloqueo, casi absoluto, que ha acabado por enfermarla, empequeñecerla y acomplejarla. Tal vez también por las torpezas de un colectivo que ha vivido sin excesivas preocupaciones, mirando para otro lado, y siempre para beneficio de propios intereses.
Es hora de analizar la forma capaz de proyectar un mañana esperanzador. La posibilidad de alcanzar niveles extraordinarios de consenso, prescindiendo de algunas mentes estrechas, y ofreciendo herramientas suficientes que hagan valorar las notables aportaciones de las corridas de toros a la vida del país y, sobre todo, su transcendencia económica, laboral y social.
El reto ha sido importante. Porque había muchas calles de las ciudades de España que ocupar. Porque había que darle unidad al conjunto, así como conseguir la invasión de profesionales y aficionados taurinos de toda índole, sin alterar la normativa de seguridad impuesta por las autoridades sanitarias debido a la pandemia que sufrimos. Y por encima de todo, porque el toreo no se resiste. Porque hay mucha gente que necesita de él. Que depende él. La apuesta ha avivado la llama. Un fogonazo de futuro.