MANUEL VIERA

Del futuro no hay certeza

miércoles, 3 de junio de 2020 · 07:25

Es un hecho: el toreo es un fantasma, un espectro de la cultura de España para un Gobierno que sabe como actuar para directamente noquear. La incuestionable situación no ha impedido que, por fin, surja el arrebato contundente y orgulloso del profesionalismo taurino sobre la legítima defensa de su sostenibilidad. Y en tal caso ha surgido el empuje de la Fundación del Toro de Lidia para perderle definitivamente el “miedo” a unos políticos que lo mejor que podían hacer, muchos de ellos, es irse a sus casas. Algo que está más lejos que cerca de la realidad.

Y entretanto, los cobardes animalistas no cejan en su empeño de aprovechar la mínima oportunidad para atacar. Ahora, esos chusmas, que insultan y coartan la libertad valiéndose de su fingida condición “protectora”, esos vehementes, que se nutren del animalismo progre enmascarándolo con un inexistente calado moral, han destrozado el instagram de Victorino Martín como hace casi un lustro hackearon la web de este humilde plumilla y tantas otras de interminable enumerar.  

Pero el cambio en la manera de actuar del mundo del toro ha sido radical. Tan drástico, por derecho y por la ley que le ampara, que el escondido ministro, Rodríguez Uribe, no le quedó otra que atender, escuchar reivindicaciones y prometer. Palabra, esta última, que no deja de tener su triste gracia.

Porque, en principio, ha sido muy fácil su actuación referida a la tauromaquia en la comparecencia en el Congreso de los Diputados. Tan ambigua fue la actitud como la solución: “mejorar los criterios y posibilidades del toreo en la desescalada diseñada antes la crisis para que las corridas de toros vuelvan cuanto antes a la normalidad” Y, sobre todo, ese ingenio en la forma de retroceder al tender puentes sobre las comunidades autónomas haciéndolas protagonistas de su indecisión. Serán estas, junto con los ayuntamientos, quienes “harán el esfuerzo para ayudar, compensar y paliar el daño que sufre el sector taurino”. En este sentido, no es caprichosa la folletinesca forma de “asumir” una realidad. Resultar difícil creer su poder de solución en esa prometida reunión presencial con los representantes del ramo. Sobre todo, por lo que hace y como la hace.

En la duda, uno puede preguntarse si las respuestas inquietarán más que ilusionarán el difícil presente. ¿Se puede decir con palabras más bonitas la forma de renuncia que implica no mojarse ni siquiera las plantas de los pies? Así que no hay que encogerse de hombros ante otra posible frustración. Porque del futuro, con estos, no hay certeza.

 

14
0%
Satisfacción
53%
Esperanza
0%
Bronca
7%
Tristeza
23%
Incertidumbre
15%
Indiferencia