MANUEL VIERA

Interés ficticio

miércoles, 15 de julio de 2020 · 07:10

No dejamos de soñar con segundas oportunidades. Y de fantasear con cómo solucionar una temporada que, desgraciadamente, tiene poca solución. Todo parece quedar en el eco lejano de un interés ficticio. No interesa gestionar lo que no produce rentabilidad. No es casual que algunos “grandes” empresarios, y figuras del toreo, no aparezcan ya erigidos en la idea de echarse a sus espaldas lo que con tanta “ilusión” teorizan: dar toros, y torear en plazas de vital importancia. Quizá, porque los que así se consideran, no les merece la pena arriesgar.

Son muy pocos los que se han lanzado a responder a las dificultades del presente en complicada apuesta de futuro. Ahora, en la actual situación, no todo es simple negocio. Por esto, conviene destacar algún que otro nombre de prestigio en el escalafón de matadores que se ha sumado al coraje de unos cuantos gestores valientes. Con sus luces y sus sombras, sí, pero valientes. Porque lo que se intenta, con no dejar pasar el año taurino en blanco, no es que unos se hagan de un puñado de euros, sino conseguir que otros puedan vivir. Y son muchos los profesionales que viven del toro.

En las teorías viciadas está la cuestión que determina que todo, o casi todo, está perdido en este nefasto 2020. En el modo en el que empresas y figuras no imponen su condición y acaban acomodándose en un año que han de dejar pasar, pese al clamor popular e indignación de los aficionados, sólo necesarios, por cierto, para reactivar “paseos” que se los llevará el viento del olvido. Otro de los datos entendible de la triste situación. Así, lo determinante se vuelve más complicado e, incluso, adquiere una pátina de desprestigio si los que se tienen que sentir involucrados en la causa se descuelgan de ella.

Ya se sabe lo difícil que le resulta al sector vender el toreo dentro de un nuevo envase. Y es que la taquilla es la madre del negocio y, además, su principal rival. Querer, con decisiones erróneas, no es más que oportunidades perdidas.

Ah, y subrayar algo más. Visto lo visto por televisión, sobre todo, en el primer festejo celebrado con público, algunos asistentes parecían alejados de una realidad entre triste y caótica. Inconscientes que olvidan que es lo que puede suceder si seguimos por caminos equivocados. Para mal, o para muy mal, parece no haberles prendido aún ese otro “bichito” de la responsabilidad. Así no. Nos engañamos al considerar que todo ha terminado. Que el fenómeno de los nuevos brotes es algo mínimo. Un subproducto del virus letal que, por desgracia, sigue matando. Los irresponsables existen, sí.  

      

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Indiferencia