MANUEL VIERA

No tienen miedo

miércoles, 22 de julio de 2020 · 09:34

No tienen miedo y, al mismo tiempo, parecen eufóricos. Motivos para el canguelo poseen de sobra, pero lo superan. Quizá, porque su vida es una verdadera batalla. Me entusiasma su actitud. Su relación con los responsables en materia taurina de los ayuntamientos de los pueblos de España. Viven en la incertidumbre esperando respuestas de quienes son dueños de la decisión. Nunca consideran que su intervención ha sido estéril. No saben las cuantas de veces que viajan de aquí para allí. Y siempre con la misma cantinela a la ida y la vuelta: la taquilla. Sobrevivir.

Una inefable aventura a la busca de, más que un negocio, una pasión. No paran de llamar y dejar mensajes a concejales responsables del tema taurino local que, a veces, quedan sin respuestas. Ofrecimientos, tal vez, que han dejado de interesar. Tratan de vender sus ofertas empeñados en que su interlocutor las acepte. Hacen las cosas como corresponden. Hoy, siguiendo las pautas a pie de la normativa de seguridad sanitaria obligada a cumplir.

En realidad, todo ello constituye un único discurso que les obsesiona: dar toros. Vivir del toro. El amor a una profesión, a un sentimiento con estímulos emocionales. Como sentido de vida y como vía de adquisición de propias identidades. La ilusión de seguir les es inevitable en el momento crucial que vive el toreo.

Más allá de la pretendida continuidad de las corridas de toros, a un lado y a otro de la mayor crisis que atraviesa la tauromaquia, no debe quedar al margen el banco de pruebas al que se someten estos gestores de plazas de tercera, cargados de paciencia y serenidad, ante un horizonte que no permite enmienda a modo de alcanzar el sueño de gestionar, algún día, las de segunda y primera categoría. Tarea difícil, casi imposible, poder dar el paso, con el que, además, de ser un empresario de pueblo poder convertirse en uno de capital. Competir con esos otros metidos en distinto mundo. Sin embargo, son los de pueblo, salvo alguna que otra excepción, los que muestran esa actitud de alejar el miedo, organizar festejos multiplicando esfuerzos, sin hacer demasiado ruido y liberados del influjo de esas reglas de juego de los cuatro “grandes”.

Es el afán del afanoso sanluqueño Carmelo García. Insistir en que, para la conveniencia del toreo en estos tiempos de pandemia, es necesario la celebración de festejos taurinos. Todo le induce a lo mismo. A este respecto, mi admiración. 

 

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