MANUEL VIERA

¡Qué utopía!

miércoles, 19 de agosto de 2020 · 08:58

Es un territorio sembrado de nombres propios, muy propios, del empresariado taurino actual que, durante años, son eje y rodamiento del toreo. Es un territorio acotado, aunque, sin vallas que lo indique. Pisan con fuerza dejando la huella profunda de su quehacer. Pero ay de quien se le cruce el camino con ideas contradictorias. Hoy en día son la voz cantante. Los mandones de un “clan” que asumen la herencia de otros grandes que mandaron en el entramado empresarial de épocas doradas.

Dos politicuchos podemitas, y un puñado de cobardes animalistas, han hecho reaccionar a la Junta de Andalucía quien, con nueva normativa, facilitó la celebración de festejos taurinos en la comunidad autónoma. La riada de críticas a la empresa Lances de Futuro, tras la corrida de El Puerto de Santa María, provocó que el Gobierno andaluz cambiase la norma, quizá anteriormente equivocada, por otra más exigente que, al parecer, hace inviable la organización de nuevos espectáculos taurinos.

Y de inmediato, ANOET difunde un comunicado en el que muestra su desconformidad con José María Garzón y expedienta a su empresa por la actuación en la corrida celebrada el pasado seis de agosto en la ciudad gaditana.

Que nadie espere encontrar en la notificación de la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos confusiones contra natura. Muy al contrario, es todo un ejercicio de mando. Una demostración de poder sin complejos.

Hace tiempo, demasiado tiempo, que el toreo es una desunión total. Un auténtico galimatías en el que cada cual busca su propio interés. Rastrear posibles roturas para tapar fisuras es tarea imposible. La verdad de tan manoseada problemática, ya lo saben, está dentro del sistema y no fuera. A sus pies se mueve este enrevesado mundo del toro que sólo ellos entienden.

Además ¿para qué tragar con algo totalmente organizado de forma legal y escrupulosa? Se preguntó un crispado Francisco Rivera Ordóñez. Y se desahogó arremetiendo de forma chulesca con un compañero que, más bien que mal, le echó cojones para dar toros cuando casi nadie los quería dar. ¿Desahogo, rabia? La verdad puede ser subversiva si se le da sentido a la rabieta por perjuicios goyescos.

La perspectiva es compleja. El panorama desolador. Todo se ha transformado en desencanto. El carburante organizativo de la feria de San Miguel en la Maestranza de Sevilla se ha agotado en un suspiro. Y se agotará el de otoño para Las Ventas de Madrid.

No es una novedad todo lo sucedido. Tampoco me hablen del acoso y derribo de progres y antitaurinos. Háblenme de vergüenza ¿De unión? ¡Qué utopía! 

 

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