MANUEL VIERA

La gran injusticia

miércoles, 30 de septiembre de 2020 · 07:31

No resulta extraño que el Defensor del Pueblo coincida en llamar la atención a la ministra de Trabajo y Economía Social sobre el sangrante caso. Sobre la injusta exclusión de los profesionales del toro de ese beneficio concedido por su Ministerio a esos otros profesionales del espectáculo que ha de aliviar su infortunio motivado por la paralización de su actividad debido a la pandemia. Y le da la razón a estas víctimas de la desigualdad tras el desesperante trato de un Gobierno que cuida con mimo la eliminación del toreo. Un compromiso político que no oculta su plan originario.

El rechazo por ideología es una realidad minuciosa y reflexivamente objetiva que no duda en instituirse como fin evidente. No cabe otra cuestión, sobre todo, por lo caprichoso de las continuas denegaciones de esas ayudas extraordinarias que les pertenecen por ley a picadores, banderilleros y demás trabajadores del gremio. Tal como lo ha documentado y analizado con gran finura el Defensor del Pueblo. Que de esta forma avala el esfuerzo apasionado de la Fundación del Toro de Lidia en la reivindicación junto a otros colectivos taurinos que también la hicieron.

Así que, a Trabajo, no le cabe otra que transformar ese mecanismo de defensa y reacción a las justas peticiones. Ese modo de difuminar el sentido de la ley. Esa técnica para camuflar la realidad desnuda del propio rechazo disfrazando una postura política ideológica que se ha limitado a ignorarles e impedirles beneficiarse como artistas del espectáculo taurino. Influencia animalista con resultados irreversibles. Una grandilocuencia marcada por lo inmoral.

“Seréis atendidos”, le dijo hace unos días la ministra Yolanda Díaz al banderillero Javier Gómez Pascual. Pese a la resolución del defensor, todavía, quien tenga la paciencia de esperar que espere sentado. Así podrá descubrir a qué ley obedece la postura de un Gobierno que ha ninguneado los instrumentos políticos para no dar lo que corresponde dar a estos muchos que se ganan la vida con el toro. Muchos que siguen pasándolo muy mal. Muchos que han reivindicado lo que les pertenece. Pero, ay, para el Ministerio de Trabajo han sido minorías, artistas no reconocidos como tales. La gran injusticia.

Menos mal que se le ha chafado el intento de conseguir el propósito último de este juego en el que las mentiras jugaban a ser verdades. Mismamente porque las verdades de este Gobierno son siempre mentiras.

 

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