GALLEANDO

Iglesias no abandona la idea

miércoles, 14 de abril de 2021 · 06:29

No lo duden: el toreo es un espectro de la cultura de España para un sujeto que sabe dónde y cómo debe actuar para directamente ir a derribarlo. Y tanto de lo mismo exaspera, cabrea y, sobre todo, atiborra de impotencia. Ay, lo que aún nos espera por culpa del populismo animalista. El asunto sigue, y adquiere protagonismo, con la aportación más reciente del candidato de Unidas Podemos a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Iglesias no abandona la idea de librarnos de la tauromaquia. Ese oscuro peligro que sigue cerniendo sobre este país. Se ha mantenido al acecho y ha encontrado, ahora, el momento para conseguir nuevos logros. Un empeño en ganar gente dispuesta a ser lo que él diga que deben de ser. Un perfecto cebo para cazar adeptos.  

No es de extrañar, en este sentido, que a Pablo Iglesias le urja, más que nada, la modificación de las actitudes sociales y de convencimientos ideológicos. Algo que persigue con el fin de derribar las estructuras de la Fiesta. De ahí que siga confundiendo y tratando de atraer a algún ingenuo que se deje embaucar por la más populistas de las demagogias. Causa evidente de cuales son sus prioridades reales.  

De este modo, el que fuera vicepresidente del Gobierno de España, que ya dejó instituida una Dirección General de Derechos de los Animales, anunció hace unos días la propuesta de su formación para retirar a Madrid todas las subvenciones a la tauromaquia y, además, cerrar el Centro de Asuntos Taurinos, al que califica de “fantasma”. Tan arrogante decisión, de las más radical de las izquierdas, trae consigo la asignación de nuevos recursos a los centros de Protección Animal para que, de tal forma, la Comunidad de Madrid “avance en la protección de los animales”.

Desde su perspectiva más extremista ha encontrado en el maltrato animal su principal causa. Causa que produce hastío por la continua comparación con la justa realidad del arte de torear. A la cuestión de si por lo menos llegó alguna vez a curiosear algo sobre las corridas de toros, un lacónico “no” quedaría como gélida respuesta en su habitual tono profético teñido de desconcertante ironía. Tal vez porque no concibe el hecho de que sea posible conocerlas. Hacer descubrimientos objetivos sobre esta otra cultura de España que quiere finiquitar. ¡Qué obsesión!   

 

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