Huelva, una nueva ilusión

Dentro de esa tradición estival que entronca con las más importantes ferias taurinas del sur, las Colombinas de Huelva siempre ha sido referencia en los ciclos veraniegos de Andalucía. El trabajo de anteriores gestores hizo que la feria onubense caminara en los últimos años en línea recta, sin demasiadas vacilaciones ni zigzag, convirtiendo el corto ciclo colombino en uno de los más interesantes y apetecidos del verano andaluz.

Hoy, el guion establecido ha cambiado. Contradicciones y paradojas, aparentemente irresolubles pero fundamentales para la causa-efecto, han propiciado el cambio empresarial. José Luis Pereda López, hijo del ganadero y empresario del mismo nombre, rehabilitador del coso de la Merced en 1984, ha asumido la tarea empresarial con una profunda motivación: continuar la obra que inicio su padre y velar por los intereses del aficionado. Y así ha comenzado, hallando soluciones en un corto espacio de tiempo, con una buena y cuidada programación. Una reinventada feria, presentada en sociedad, con decisiones reales y eficaces hecha según las exigencias que marca la realidad sanitaria, económica y taurina que toca vivir.

Todo un ejercicio de responsabilidad e inteligencia con el interés de que la situación parezca más verosímil incrementando el prestigio y credibilidad de una plaza en deseada ascensión. Bajo la ilusión y esa actitud disciplinar en la tarea de ensamblar carteles, Pereda, ha conseguido dar cabida a quienes darán sentido a una nueva y esperanzadora feria de Colombinas. Alrededor de Morante, Daniel Luque, Juan Ortega, Perera, Roca Rey y David de Miranda, junto a los Hermoso de Mendoza -padre e hijo-, Cartagena, Moura, Palha y Lea Vicens, orbitará el toreo.

Sin embargo, tal vez la ambiciosa apuesta por las figuras suponga un riesgo añadido. Y es que el toro escogido sólo tenga interés para el que lo torea. En esto, el nexo de unión con la empresa queda patente: proporcionar lo exigido. Esta vez “torrestrellas”, “juanpedros” y toros de Bohórquez para el toreo a caballo. Y es que no hay mayor deseo que tanto lo pedido como lo facilitado lleve el marchamo de la seriedad y la bravura. Tan necesarias para la emoción.