GALLEANDO

Inadmisible por antirreglamentario

miércoles, 9 de noviembre de 2022 · 06:52

Ha habido empresarios que han hecho una importante contribución a una temporada que transcurrió interesante e ilusionante para lo que ha de venir. Tal vez esta afirmación puede parecer extraña para algunos, pero vistos los éxitos y triunfos conseguidos en las grandes ferias da la sensación que, con extraordinarios carteles, se ha transformado el triste y mustio panorama taurino sufrido en los últimos años. Hay quien los ha elaborado tan impecablemente bien que les ha otorgado a sus ferias el carácter de acontecimiento.

Alberto García es uno de estos gestores que ha abierto nuevos caminos, o segundas vías, entre la listeza torpe de los poderosos del empresariado taurino. Es para tener en cuenta el individual comportamiento organizativo de Tauroemoción, pese a que corramos el peligro de zambullirnos en la polémica de consensuados y absurdos acuerdos que son inadmisibles por antirreglamentarios. Situaciones irregulares como las que se dieron en la corrida de toros de la última feria de la temporada taurina en Jaén. Y que en último instante fueron remediadas a instancias de un presidente cabal.

Aunque en el día señalado intervengan las musas y los duendes resulta incómodo y, si se quiere, de mal gusto que los protagonistas de un cartel de lujo, Morante, Talavante y Emilio de Justo, escojan cada uno las reses que han de lidiar y con ellas debajo del brazo se presenten en Jaén. Una vez más la realidad escondida tras la farsa. Tristemente. Así que queda demostrado que no sólo basta con estrujarse la mente para crear algo cautivador o apasionante, sino que lo creado no esté después manipulado.

Ante semejante pretenciosidad no se impuso el silencio y sí la denuncia del presidente del festejo, Lope Morales, que alertó a la Junta de Andalucía de la ilegalidad, consiguiendo que el sorteo de la reses se efectuara como establece el reglamento taurino. Y es que esta forma de proceder, habitual en algún que otro “manos a mano” de relieve, puede convertirse en corrosiva enfermedad cuyos síntomas rebroten al menor descuido. O en alguna que otra “bajada” de presidentes. Que también los hay.