GALLEANDO

El cartel, lo que no ve nadie

miércoles, 16 de marzo de 2022 · 08:03

Hacía tiempo que no escribía de “el cartel”, máxime cuando suelen hacerlo prestigiosas firmas sevillanas habituales en ironizar a la perfección sobre el tradicional “pegote” que ilustra cada año la cartelería de la temporada de toros en Sevilla. Vuelvo a ello tras la conmoción que ha producido la obra, u obras, del creador vietnamita, nacionalizado danés, Danh Vö. El artista plástico ha visto lo que no ve nadie en su “imponente” apuesta artística. Y es que su peculiar trabajo ha provocado tal rechazo que la brutal polémica suscitada supera a todas las anteriores. Delata una simpleza que raya con la chapuza.

Nunca deja de sorprender una pintura. Para bien o para mal. La creación, con la que se van a anunciar las corridas de toros de 2022 en la Maestranza, tiene la peculiar cualidad que provocan determinados artistas del arte contemporáneo que, cuando no gusta, no gusta nada, e incluso cabrea. Aunque no deja de ser algo previsible en la anual apuesta de la Real Corporación Maestrante tras los desaciertos artísticos de algunos, muchos, pintores sólo justificados por el valor de sus respectivas firmas.

En esta ocasión el estilo cartelista brilla por su ausencia. Pintura al desnudo con una ilegible caligrafía gótica con la que es muy difícil maravillar. No es el cartel, favorito y accesible, para a una gente, la del toro, que no necesita de explicaciones ni justificaciones para hacérselo comprender, aunque el artista diga transformar lo banal en arte.

De todas formas, la peculiaridad de la composición genera en quien la ve una fuerte confusión. Y aunque el arte la suscita, no hay duda que la obra del escultor vietnamita no consigue el impacto inmediato sobre el destinatario que, a la vez, le parece engañosamente insulso. Es evidente que el cartel de toros no es ya un simple comunicado informativo, sino una manifestación más de continuidad artística más allá del ruedo de una plaza de toros. De talento en la calle. Sin embargo, debe de ser también algo más que una prestigiosa firma con el principal objetivo de ampliar una historia de arte que la Real Maestranza quiere hacer suya. Y, además, que el espectador pueda creerse lo que ve. Y estos dos cuadros, no se los cree nadie.