GALLEANDO

Llenando pueblos

miércoles, 29 de junio de 2022 · 07:50

Hay algo que está marcando soterradamente la evolución de un público que acude a las plazas de toros en aras de un toreo más auténtico, más real, y construido con entrega y sin efectismos. Además, sigue aleatorias pautas menos populistas y cercanas a la verdad. Parece que no tanto se trata de agradar, de alegrar, de contentar, sino de convencer y emocionar. Hecho y dicho con completa autonomía de significado para que guste a una gente que va a ver a quien esto domina sin perder la aparente facilidad de encandilar.

Ha sido la propuesta de algunas empresas con Morante de la Puebla llevada a modo de apuesta a plazas de tercera, algunas olvidadas, con la que han vuelto a abrir puertas cuando estaban cerradas mirando al pasado sin vislumbrar el futuro. Y el resultado arropa sus argumentos: se llenan. La cuestión es saber si estas formas de diferencial tauromaquia, que focaliza la atención de la gente, avanzarán más allá de lo establecido o simplemente quedará estancada en simple modernidad.

No obstante, vaya por delante la más absoluta admiración para quien no escatima esfuerzos para mostrar en el ruedo de una plaza de tercera lo que el público quiere de él. Para quien hace gozar a esa gente sin grandes exigencias. Para quien se ha convertido en una necesidad revelando el aspecto veraz de las corridas de toros. Para quien es, hoy por hoy, estimulante de un público que percibe con inmediatez el mecanismo que les espolea. Con él parecen alcanzar un estatus en el que aflora la sonrisa junto a la aceptación agradecida de lo ofrecido.

Así se ha llegado al compromiso en esta ilusionante temporada de 2022 entre torero y espectador. Cada uno acepta lo que el otro aporta y, entre ambos, se consigue el entendimiento en el que se equilibran los gustos. Y si uno alcanza el triunfo y los otros llenan los tendidos, apuesta ganada e interés entendido. Se trata, por lo demás, de una nueva vía abierta hacia la salvación de las corridas de toros en plazas de pueblo avocadas al olvido. Quizá, también, el gancho salvador para algunos empresarios. O simple testimonio reivindicativo de la identidad popular. De todas formas, el arte de torear no es, ni mucho menos, exclusivo de una plaza de primera.