Ignorancia en el palco

Se hace necesario el urgente cambio de la reglamentación taurina en Pamplona. O la formación para los concejales que han de ocupar el cargo de presidente con el único objetivo de que el palco no se convierta en un sinsentido. Presidentes justos capaces de decidir con coherencia. Porque, demasiadas veces, el balcón presidencial de la monumental plaza se convierte en el centro virtual sobre el que gravitan todos los saberes y, como no, todos los poderes.

Desde arriba se señalan caminos, se interpretan actuaciones y se interviene, de modo sabio y enérgico, aventurando el inmediato futuro de quien se juega abajo el ser o no ser. En consecuencia, lo que desde allí se decide pone espanto en el ánimo del torero en cuestión que sabe se encuentra con la subjetiva decisión de quien decide invitarle a repetir o a negarle su vuelta en venideras ferias.

Este panorama se repite, en no pocas ocasiones, cada ciclo de corridas en la plaza de toros de la Casa de la Misericordia. En ferias posiblemente decisivas para muchos de los que en ellas se anuncian. Y estas actitudes de quienes presiden las corridas de toros dejan perplejo al que pretende conseguir su lugar en el toreo a base de arte, inmenso esfuerzo y valor desmedido, con lo que quiere dar cuenta de lo que es, lo que quiere ser, y está a punto de conseguir.

Sucede demasiadas veces en tan importante coso. El pasado viernes el político de turno, mal asesorado por el que le ha de aconsejar con su saber de aficionado contrastado o, tal vez, haciendo caso omiso al que se le supone sensibilidad y saber, desestimó mayorías, cuasi absolutas, dejando sin Puerta Grande a Daniel Luque tras contundente y artística faena. Sin embargo, después, atendió al conclave para premiar lo indiferente.

¿Qué pasa? Se pregunta muchas veces el que desde abajo mira impotente al ignorante sentado arriba que nada ha entendido de lo que un torero ha hecho y dicho delante de un toro, convirtiendo en caótica decisión el sentido del discurso dado en el ruedo. El toreo, el valor y la gesta han sido diseminados. Y es que, en el fondo, el ruedo de la plaza es un complejo sitio donde todo, hasta el propio toreo, se vuelve incierto.