GALLEANDO

No hay forma de abrir nuevos caminos

miércoles, 4 de enero de 2023 · 08:26

A uno le gustaría escribir únicamente de lo novedoso y extraordinario que se atisba en la confección de las primeras ferias importantes del nuevo año taurino, pero se hace difícil. Quizá, porque algo tan deseado sigue sin propiciar el contento. A priori el atractivo de algunos carteles se acerca a lo ansiado, aunque la finalidad tantas veces perseguida parece utópica. Valencia, es un poner, sigue siendo una feria que se queda en la frontera de lo interesante. Será porque los manidos compromisos siguen yendo delante de los deseos. Y lo injusto la hace poca atractiva sin serla.

Sin ser oficiales, se han dado a conocer combinaciones con una estructura repetitiva durante muchos años atrás, sin intentar atravesar esa línea divisoria, urgente y necesaria, que ha de hacer el cartel llamativo e ilusionante. Arriesgar con una experiencia más radical al encuentro de lo actual. Satisfacer lo codiciado por los que reclaman combinaciones inéditas con jóvenes toreros dispuestos a rivalizar y ocupar los puestos altos del escalafón. Porque, en realidad, lo deseado pasa a ser todo y, por inercia, lo irrazonable lleva al rechazo provocando el enfado.

Los compromisos imponen su ley. Y si no por qué no se argumenta. ¿Por qué Pablo Hermoso de Mendoza no rivaliza con Diego Ventura? Mis sospechas están socavadas desde el momento en que aún los límites de aclarar siguen replegados. ¿Qué sentido tiene un cartel formado por Castella, Manzanares y Talavante? el mismo de hace 11 años. ¿Dónde está la competencia entre estos veteranos diestros?

Se apunta el problema, pero no se descifra. Bien es verdad que en este mundo del toro no existe la transparencia, Todo parece opaco. Así, no es de extrañar, que al final lo que queda es una sensación ilusoria del “enfrentamiento” deseado, porque el conocimiento objetivo de lo que pasa es un absoluto inalcanzable.

En todo caso hay una enorme ambivalencia en todo esto. Ni siquiera se plantean carteles que vislumbren el futuro de la Fiesta. No hay forma de abrir nuevos caminos. A alterar los circuitos tradicionales del toreo. Y uno queda estupefacto ante tamaña realidad. Y es que el problema no únicamente está en la Feria de Fallas, o en algunas otras de las que han de venir. De una u otra forma lo tiene el aficionado, que lo percibe y lo sufre, obligándole a convertirse en víctima propicia de lo absurdo.