GALLEANDO
Aquel Domingo Valderrama
El próximo día 3 de diciembre dirigirá un tentadero público benéfico en la plaza de toros de Utrera organizado por la Escuela Cultural Taurina local para práctica de sus alumnos. En el acto de presentación me vino a la memoria los primeros pasos de torero que dio en El Toruño de los “guardiolas” aquel niño de El Torbiscal nacido en el álveo del valor y el torerismo imperante. Aquel chiquillo que apeló generosamente al ingrediente de la emoción desde los primeros escarceos por las plazas de toros de los pueblos de Andalucía.
Quizá debido a lo atrevido de su incipiente concepto desaparecieron muy pronto atisbos de banalidad, o técnicas ventajistas, dibujando el horizonte sorprendente y novedoso de un torero con marchamo de arte y futuro prometedor.
Su valentía y su verdad coexistieron sobre el ruedo integrándose, mutuamente, ante la gente en constante juego de emociones mientras narraba el toreo. Estética que ofrecía una plástica exteriorización de sentimientos que agitaban los tendidos. Como si de una invitación se tratara a ensimismarse completamente en la belleza de unas formas sin márgenes para la distracción.
Pocas veces la lidia se acercó tanto a su pretendida dimensión. Al recordarlo lidiando mastodónticos toros de Miura en Pamplona, Sevilla, Madrid o Bilbao, no he podido evitar un halo de nostalgia al pesar en aquel niño que deslumbraba de novillero en la Maestranza, donde llegó a lidiar ocho tardes en una temporada incluyendo la alternancia con Curro y Paula en un recordado festejo mixto. Tardes donde explicó su tauromaquia con la seriedad de un maestro y la sapiencia y calidad de los elegidos.
Un toreo que en algún lugar oculto de mi interior permaneció desde entonces para reavivarse después en las tardes de corridas duras a las que fue relegado por las empresas. Donde se reexaminó de su increíble valor dando soluciones imaginativas a las complejas necesidades de un hacer inhumano. Con dos muletazos sació los sentidos de exigentes paladares. El toreo bien dicho y hecho por un torero macho dominante de la más trágica y épica situación.
Lo importante de Domingo Valderrama no fue el triunfo en tardes decisivas con toros imposibles, sino la capacidad para transmitir sensaciones pegadas al tiempo. La realidad de quien tuvo talento para convertir lo que hizo en algo tan hábil, y a veces bello, como emocionante.