GALLEANDO

Brutal y triste historia

miércoles, 15 de marzo de 2023 · 08:31

Uno se pregunta todo aquello que esconde tan grave acusación. Lo que no se nombra y permanece en el silencio opaco de quien dice lo ha sufrido. Puesto a encontrar motivaciones que justifiquen tan valiente proceder tal sea un asidero vital ante la impotencia, el desgaste y la frustración. Porque la importancia de lo manifestado por el joven matador de toros Manuel Perera al periódico El Mundo poco sirve para buscar soluciones y sí para agregar más leña a la hoguera de los despropósitos.

Tras la brutal y triste historia de su aún corta vida esa inculpación, vertida sobre quien le puso en el ilusionante, aunque sinuoso y difícil camino del toro, rebosa tanto agotamiento como impiedad con el inculpado, y ni lo uno ni lo otro excusa del peligro de su alcance.

Tal vez sea difícil para él calibrar cuidadosamente cada vocablo que se dice. No dejar nada a la ambigüedad para que lo dicho no actúe como espada de Damocles sobre la maltratada fiesta de los toros, y no se sigan abriendo puertas e indicando caminos que llevan al objetivo que ansían los detractores de la Fiesta.

Algo difícil de entender le ha debido obligar a la necesidad de compartir una derrota que no ha podido evitar, actuando como si la madeja del tiempo hubiese transcurrido inclemente con él y necesitase salvarse a costa de quien lo llevó, bien o mal, a tomar una alternativa, precipitada a toda costa, pero soñada por los muchos que nunca la hicieron realidad. A un torero, Juan José Padilla, respetado y admirado por las mayorías hasta la saciedad, cuesta catalogarlo en irresponsabilidades que dejan secuelas. Algo impensable de quien ha demostrado ser un contenedor de valores e ilusiones que rebasa cualquier escepticismo.

De una u otra forma no deja de ser una inadecuada manera de meterse de lleno en un asunto que preocupa e inquieta. Sin embargo, no es de gusto exponer para perder. Delatar acciones que tienen ramificaciones que alteran decisiva e imprevisiblemente la vida. Manuel necesita inminente ayuda inevitable para cambiar el ritmo de su existencia, y al cambiarse cambiará la realidad funesta de su relato. De todos modos, lo dicho por el joven torero irá más allá de un aciago testimonio para transformarse en polémica confusa e inmanejable. Y, sobre todo, en carnaza para quienes se deleitan con la podredumbre.